El barril de crudo Brent trepó de 51,80 a 81 dólares en lo que va del año, un 56,4 por ciento. Si se descuentan las retenciones y el costo de transporte, el precio de paridad de exportación del petróleo producido en la Argentina se ubica actualmente entre 72 y 75 dólares, de acuerdo a la calidad del producto. Sin embargo, en el mercado local las petroleras obtienen 54/55 dólares por el crudo de la Cuenca Neuquina puesto en Bahía Blanca y unos 60 dólares por el crudo Escalante. Esta brecha desalienta las inversiones y le mete presión a los precios de los combustibles locales, que permanecen congelados desde mayo.
El aumento de la cotización internacional ya comenzó a resquebrajar el congelamiento en los surtidores. Las grietas se ven con claridad en el mercado de venta de gasoil donde, como informó EconoJournal la semana pasada, los productores le están fijando cupos a las estaciones de servicio.
Esto es porque prefieren vender el combustible en el segmento mayorista donde paradójicamente los precios que paga el agro y la industria ya son mayores que los que abona el minorista, ya que allí no rige el control de precios que impone el gobierno de hecho a través de YPF.
La postura de Martínez
El secretario de Energía, Darío Martínez, fue consultado el martes en C5N sobre esta situación y reconoció que existe una presión creciente. “Si bien el precio de los combustibles lo definen las productoras (refinadoras), el gobierno siempre tensa para que esa relación tenga que ver con el bolsillo de los argentinos y eso lo van a tener que entender las petroleras”, aseguró.
“Es una tensión permanente. Las petroleras siempre van a tensar para arriba y nosotros vamos a tensar para abajo porque tiene que haber una relación con lo que el bolsillo de los argentinos puede soportar. No podemos estar mirando el precio internacional permanentemente”, sostuvo Martínez, quien luego remarcó que “no hay margen para ir al precio internacional del crudo de ninguna manera”.
Si bien es cierto que existe una tensión desde el momento en que hay un desfasaje entre el precio local y el Brent, la situación es más compleja a medida que esa diferencia se amplía, como ha venido ocurriendo en los últimos meses.
Desinversión y faltantes
Una de las consecuencias de la ampliación de la brecha con los precios internacionales será una menor inversión local. “La mejora de la cotización del petróleo debería incentivar las inversiones, pero como Argentina es un país raro la producción en lugar de subir va a bajar porque el capital con el que se garantiza la producción no va a venir, así como está planteado el esquema de precios internos”, aseguró a EconoJournal el consultor Daniel Gerold, uno de los mayores referentes del mercado petrolero.
En lo que refiere a los faltantes, la situación se podría complicar todavía más porque en el país hay muchas refinerías que no producen el gasoil de acuerdo a las normas de calidad vigentes y tienen que importar para poder mezclar. Esa importación es a precio internacional. Por lo tanto, los márgenes en el downstream se reducen y esas empresas, entre las que sobresale YPF, podrían decidir correr menos volumen de crudo en sus refinerías para no absorber las pérdidas que acarrea operar en un mercado con márgenes tan deprimidos.
Disyuntiva por delante
La manera de descomprimir esa situación siempre es aumentar al menos un poco los precios para compensar el mayor costo que supone la importación. Sin embargo, no será fácil para el gobierno transitar ese camino porque aún con las tarifas de los servicios regulados pisadas y el dólar subiendo muy por debajo de los precios, la inflación se ha mantenido en torno al 2,5 por ciento mensual. Un sector del gobierno cree que si a ese piso se le suman nuevos aumentos de los combustibles se correría el riesgo de que la inflación vuelva a ubicarse cómodamente por encima del 50% anual o incluso espiralizarse.
“La normalización del nivel de precios de los segmentos regulados o intervenidos es cuestión de tiempo. Nunca es un buen momento para avanzar, pero si no se avanza después el mercado sincera la situación por las suyas y el impacto suele ser peor”, remarcó Gerold.
A este escenario ya de por sí delicado se le sumó en las últimas semanas el impacto provocado por la suba del precio internacional del gas, que impactará de lleno en 2022. Este año el precio promedio que demandó la importación de LNG fue 8 dólares y el mercado de futuros a abril cotizaba ayer a 18,70 dólares. Esto hace prever una situación explosiva, aún si se mantienen los mismos niveles de importación de este año.