En el marco de la 39° Reunión Anual Latinoamericana de Petroquímica, EconoJournal dialogó en exclusiva con el economista Martín Redrado, uno de los expositores en la conferencia sobre el Escenario Económico y energético regional. El titular de la Fundación Capital, uno de los asesores consultado por el presidente electo, Alberto Fernández, destacó el consenso político que genera el desarrollo de Vaca Muerta. También abogó por la aprobación de una nueva ley de hidrocarburos que fomente no solo el desarrollo de los no convencionales sino también el upstream y el offshore. Con respecto a la negociación de la deuda externa que debe afrontar el próximo gobierno, se definió a favor de una negociación simultánea tanto con el FMI como con los bonistas privados.
-¿Es posible pesificar las tarifas y promover la inversión en Vaca muerta como plantea el próximo gobierno?
-Me parece que todavía estamos hablando sobre especulaciones. No tenemos todavía en claro cómo va a abordar el próximo gobierno estos temas. Lo que sí veo es un consenso político en lo dos principales espacios que van a estar en el Congreso para tratar una ley que permita darle estatus impositivo, permita la liquidación de divisas y genere nuevas inversiones. Sobre lo que va a hacer el próximo gobierno en materia de tarifas tenemos algunos indicios, pero hasta no tener una estrategia más definida en términos de cuál va a ser el enfoque a seguir, lo poco que se sabe no dejan de ser especulaciones. Una cosa que es cierta es que se ve en las dos fuerzas mayoritarias un consenso para que se desarrolle Vaca Muerta.
-¿Cree que se necesita una legislación especial para el sector energético?
-Si, creo que necesitamos una nueva ley de hidrocarburos. No lo circunscribiría solo a Vaca Muerta sino que incluiría también a todo el sector upstream y el offshore. Darle un tratamiento impositivo diferencial, permitirle tener precios internacionales y darle también la posibilidad de liquidación de una parte importante de sus divisas en el exterior, que de esa manera les permita financiar a más bajo costo las inversiones que se necesitan.
-En lo que tiene que ver con la cadena energética se habla en estos días de la posibilidad de pesificar algunos segmentos y de mantener en precios internacionales otros eslabones. ¿Lo ve posible?
Hay algunas inversiones en materia de electricidad o ciclo combinado que ya están absolutamente pesificados todos sus costos y hay otros que tienen que ver con energía eólica y renovable que se han financiado en divisas y por lo tanto tienen contratos que se han hecho bajo distintas resoluciones. Por supuesto es posible, pero hay que mirar con mucho detenimiento cuáles son aquellas que tienen costos exclusivamente en pesos y cuáles costos en dólares. Lo que no hay que hacer es lo que ha hecho Argentina siempre: quebrar contratos. Lo que genera eso es mayor desconfianza y por lo tanto menores posibilidades de inversión. Y lo que está claro para todos es que el sector necesita de más inversiones.
-¿Qué mecanismo se debe establecer para que los precios de las tarifas sean un incentivo de inversión para las empresas y a la vez sean accesibles para los usuarios?
-Hay que buscar la segmentación a partir de la capacidad adquisitiva de cada sector. Es distinta la capacidad adquisitiva que hay en el sur de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano de lo que ocurre en la zona norte. Me parece que hay que ser más profesionales en esa segmentación. Necesitamos tener valores razonables para la energía y tener un componente que esté de acuerdo a la capacidad adquisitiva de cada uno. Porque de lo contrario ocurren este tipo de distorsiones que hemos tenido en los últimos tiempos, donde pasamos de un extremo a otro.
-¿La inestabilidad política que está viviendo la región puede generar un clima adverso para la llegada de inversiones en Sudamérica?
-En general, las inversiones de energía en el mundo se han hecho en países de altísimo riesgo. Por lo tanto, cuando hay este tipo de situaciones lo que sube es el riesgo. Consecuentemente, la tasa de descuento a la que se hacen estos proyectos también sube, lo cual hace más difícil hacer proyectos. Uno compite en el mundo con distintos lugares en los que se puede hacer estas inversiones. Con lo cual, sin duda lo que se debe poner el foco desde el punto de vista de políticas públicas es en el desafío de reducir la desigualdad. Tenemos indudablemente un continente que es muy desigual entre los que menos ganan y los que más ganan. Esta situación marca un tema de políticas públicas pendiente que no se ha atendido hasta el momento. Hay países que sí han tenido estabilidad macroeconómica y bienvenido eso, pero esas variables deben venir también acompañadas de movilidad social ascendente y eso es lo que no ha tenido buena parte de América Latina. Marca por lo tanto un tema de agenda más general fuera del propio sector. En lo que hace al sector energético, sin duda lo que genera es que la prima de riesgo sube y por lo tanto hay menores posibilidades o al menos mayor selectividad a ciertos proyectos.
-¿El contraste que marca Argentina en estos momentos con respecto a otros países, con una transición política que no genera inestabilidad, puede terminar siendo un factor que nos juegue a favor con respecto a las inversiones?
-Sin dudas, a pesar de la incertidumbre que genera la situación económica, la Argentina ha logrado llevar adelante una transición sin mayores tensiones. Pero lo que van a estar mirando los inversores más que esta transición son los planes, los proyectos y los programas macroeconómicos de estabilidad y de crecimiento específico que presente el futuro gobierno.
-En los primeros cinco meses del año, el país tiene que asumir compromisos internacionales por u$s 9.000 millones. ¿Cuál sería la mejor estrategia? ¿Negociar primero con el FMI o con los bonistas privados?
Mi visión es que los plazos son perentorios y por lo tanto no hay tiempo que perder. Hay que llevar entonces negociaciones de buena fe con el FMI, con el cual es necesario ingresar en un programa de largo plazo que quizás nos lleve tiempo negociarlo. Pero todavía tenemos para trabajar sobre 6.400 millones que todavía no se han desembolsado y que eso le puede dar tiempo a la renegociación. Es decir, revivir el stand by mientras se negocia un acuerdo de largo plazo. Y hay que negociar también con los fondos privados de manera paralela, buscando obviamente el mejor interés para la Argentina. Lo que salga más rápido, mejor. Pero mi visión es que privilegiar uno, necesita del otro. Los fondos al final del día van a pedir un acuerdo con el FMI, Argentina va a necesitar tener un auditor, la clave va es por supuesto ir con un programa hecho desde la Argentina y por argentinos. Pero sí negociar de buena fe con los dos y con el que podamos cerrar primero mejor para así despejar una de las dos tensiones que Argentina tiene en el frente externo.