A punto de cumplir 40 años de vida, BTU resolvió apostar por el trasvasamiento generacional para afianzar y expandir su colaboración activa con el desarrollo de la infraestructura gasífera de la Argentina.
Especializada en la construcción de gasoductos e instalaciones de transporte y tratamiento de gas natural, la empresa está decidida a participar en la licitación del denominado ‘Gasoducto Presidente Néstor Kirchner’, una obra clave para la continuidad del desarrollo de Vaca Muerta. Así lo anticipa Carlos Damián Mundín, a cargo del rol de director general de la firma que hasta hace poco ejercía su padre, y portavoz de una particular visión a futuro frente a un escenario cada vez más complejo y desafiante.
Si bien nadie puede alegrarse con un conflicto bélico, indica el ejecutivo, lo cierto es que el actual contexto internacional favorece a todos los proyectos relacionados con la industria de Oil & Gas. «En ese sentido, la Argentina tiene una oportunidad única por delante. Los recursos con los que contamos en Vaca Muerta pueden abastecer nuestro consumo doméstico por casi 180 años. El desarrollo de esas riquezas está siendo paulatinamente posible gracias al esfuerzo realizado por las operadoras, que han logrado abaratar significativamente los costos de producción, y al apoyo de programas como el Plan Gas.Ar», resalta en diálogo con TRAMA, que lo entrevistó en las oficinas de la empresa en el barrio de Retiro.
Montar nueva infraestructura, advierte, resulta absolutamente fundamental para volver más viables los proyectos en marcha y brindar una expectativa de largo plazo sobre cómo se evacuarán los distintos productos a obtener.
Uno de los desafíos prioritarios pasa por la planificación del Gasoducto Néstor Kirchner, que en una primera etapa unirá a la localidad neuquina de Tratayén con la bonaerense de Salliqueló. «Hay muchos actores involucrados en ese emprendimiento y una gran cantidad de retos a tener en cuenta: desde la provisión de cañerías hasta la construcción propiamente dicha, sin omitir la provisión de elementos menores. La Argentina fue fluctuando en los distintos niveles de actividad y hay que hacer un análisis pormenorizado del estado en el que se encuentra cada rubro», explica.
En algún momento, reflexionó, el país tuvo la visión necesaria para llevar a cabo iniciativas de similar o mayor envergadura. «Para nosotros, los ingenieros, la clave es -como siempre- la planificación. Poder planificar cada una de esas etapas va a ser vital», insiste.
¿Qué están esperando, concretamente, en cuanto al pliego de la licitación de la construcción?
—Resultará determinante cómo se defina la entrega de materiales para establecer los plazos. En función del conocimiento de mercado que tenemos, estimamos que se trataría de un emprendimiento de un año, desde el acta de inicio hasta los planes conforme a obra.
Será importante prever los problemas que eventualmente puedan surgir, incluso en relación con las provisiones más pequeñas. El Estado desempeñará un rol esencial para resolver esas situaciones, considerando que quizás la oferta local no alcance y haya que salir al mercado internacional. Pienso en chapas o en elementos más simples, como las mantas o cualquier otro insumo que a priori parezca menor, y sin embargo pueda generar un impacto en el proyecto. Nosotros tenemos un amplio conocimiento de cada una de las etapas de la iniciativa y sabemos que muchas veces los problemas surgen por cosas pequeñas. Por ende, no debe subestimarse la planificación.
Este gasoducto constituye un reto sumamente importante para la Argentina. Tenemos que trabajar en equipo para encontrar la mejor manera de desarrollarlo y llevarlo al objetivo final de concreción. Hay un escenario internacional difícil y estamos obligados a importar la menor cantidad de gas natural licuado (GNL) posible, aparte de fomentar su sustitución con provisión local de gas. Tenemos que estar todos a la altura de semejante desafío.
¿Cómo se prepara BTU, puertas adentro, para tener la chance de participar en la licitación?
—Nosotros hacemos este tipo de proyectos, y también otros en el rubro ferroviario, desde hace mucho tiempo. Constantemente fortalecemos nuestros equipos de trabajo más allá de lo relativo al equipamiento y la maquinaria. Somos una de las empresas mejor equipadas del mercado. Apuntamos a armar equipos de trabajo fuertes, y a estar saludables en términos económicos y financieros para afrontar este tipo de desafíos. En paralelo, a nivel técnico, obviamente vamos analizando cuáles son los posibles problemas que puedan surgir en cada uno de los trabajos a desarrollar.
La forma en que desarrollamos nuestros equipos de trabajo es muy polivalente. En algún momento fue fluctuando el nivel de actividad en la industria de Oil & Gas con respecto al segmento ferroviario, por lo que apostamos por la versatilidad de nuestros profesionales. Ahora tenemos mucha gente afectada a ferrocarriles que antes estuvo afectada a Oil & Gas. Con esta polivalencia -que forma parte de la cultura de BTU- nos fue realmente muy bien, incluso durante la pandemia. Nos caracterizamos por trabajar en cada etapa de cada iniciativa, por más de que parezca pequeña, para que el resultado final sea exitoso.
¿Por qué están entre las empresas más equipadas del mercado?
—Disponemos de dos ramas de negocios: la ferroviaria y la relacionada con Oil & Gas. Tenemos para ambos rubros cuatro frentes de trabajo completos orientados al desarrollo de distintos proyectos que nos permiten ser referentes en el mercado. La rama ferroviaria es un poco más compleja por las distintas trochas que existen y porque se requieren equipos muy específicos. Para la de Oil & Gas, en tanto, nos hemos focalizado en gasoductos de gran diámetro. Nuestro equipamiento es apto para cubrir las necesidades de tramos de 36 pulgadas tal como se plantea, por ejemplo, por el Gasoducto Néstor Kirchner. Estamos convencidos, en definitiva, de que nos encontramos muy bien equipados para asumir nuestros próximos compromisos.
¿Cuánto les preocupa la situación macroeconómica de la Argentina en caso de tener que encarar una obra tan grande?
—Tratamos de ser una compañía muy sana en lo económico y en lo financiero. A su vez, tenemos capacidad de financiamiento propia, lo que nos otorga una cierta elasticidad contra las externalidades negativas que puedan surgir. Hay que reconocer, en ese sentido, que hasta hace poco tiempo el actual contexto internacional resultaba imposible de imaginar. Por lo pronto, tratamos de estar siempre muy sanos y de mantener muy firmes a nuestros equipos de trabajo, que son el principal capital de la compañía.
En relación con la macroeconomía local, a nuestro criterio se están dando algunos pasos en dirección a un mejor horizonte, lo que seguramente posibilitará que este y otros proyectos se tornen más viables. De todos modos, no creo que el único problema a sortear sea el macroeconómico. Un punto muy importante estriba en el trabajo en equipo. Es vital cómo se complementan los distintos actores de cada mercado para lograr proyectos exitosos. A fin de que las iniciativas no se traben, hay que favorecer el desenvolvimiento eficiente de los actores involucrados. Y eso requiere verlos a todos como un conjunto. Sucede que el Gasoducto Néstor Kirchner no está pensado para un sólo actor, sino para varios. En minería pasa lo mismo: hay que pensar la infraestructura para un grupo de actores. De esta manera podrían hacerse viables un montón de proyectos. Esto es lo que se viene, sobre todo en un escenario internacional tan cambiante.
¿BTU tiene espalda para participar en este proyecto desde un rol de liderazgo, podría hacerlo con algún socio o anticipan un escenario donde haya distintos frentes de obra?
—Creo que todavía falta un poco para ver una situación más clara. Hoy está la licitación de cañerías y hay que analizar qué pasa con otros elementos que forman parte de la obra. A partir de ahí, habrá que pensar cuál es el mejor esquema a seguir. Nosotros, como empresa argentina, estamos muy comprometidos con este emprendimiento porque sabemos que ayudará a cubrir necesidades de infraestructura fundamentales para el desarrollo del país. Desde nuestro lugar, vamos a estar totalmente predispuestos a encontrar las mejores soluciones para ofrecer a los eventuales clientes, o simplemente al mercado. Queremos que esta obra se haga porque va a ser muy importante para la Argentina.
¿Cómo están viendo la necesidad de ampliar la capacidad nacional de transporte de crudo?
—Aunque analizamos toda la ventana de Oil & Gas, por estos días no nos encontramos tan enfocados en proyectos petroleros. No obstante, así como hemos desarrollado el segmento ferroviario en función de nuestra experiencia en obras de línea, también vemos mucha necesidad de nueva infraestructura minera. Y en lo que es petróleo, siempre estamos atentos a los proyectos de tratamiento que se anuncian. Somos una empresa de infraestructura que desde hace cuatro décadas nos dedicamos principalmente al rubro hidrocarburífero, y que desde hace 15 años incursionamos en el ferroviario, pero siempre estamos buscando nuevas oportunidades de negocios.
¿Podrían contribuir con la construcción de nuevas plantas de tratamiento de gas?
—Sí, claro. Ya hicimos proyectos de ese tipo en la Cuenca Neuquina. Son propuestas que conocemos bien. Entre nuestras mayores fortalezas figura nuestro know how en plantas turbocompresoras de gas. Tenemos experiencia en todo lo que implican las plantas de tratamiento gasífero. Nos podemos posicionar muy bien para trabajar en ese tipo de proyectos.
¿Ven a la actividad petroquímica como un segmento de oportunidades?
—Si, podríamos ser complementarios en algún proyecto puntual. Hoy la macroeconomía es muy cambiante y ese tipo de propuestas requiere una planificación de largo plazo, lo que dificulta la toma de decisiones. No obstante, nosotros estamos en condiciones de generar un valor agregado importante desde nuestro conocimiento en todo lo relativo a infraestructura, construcción e ingeniería. Conocemos todos los problemas que pueden surgir en la Argentina al momento de ejecutar. Esto lo notamos cada vez que tenemos contacto con empresas de otros países.
¿Cómo los interpela la necesidad de consolidar lo que hizo crecer a la empresa y, al mismo tiempo, adaptar su desempeño a los nuevos tiempos?
—La pandemia aceleró muchos los procesos de transformación. Ahora toca consolidarlos. Como joven empresario, obviamente me atrae la innovación y la posibilidad de optimizar los procesos, de trabajar para que la empresa sea lo más eficiente posible. Siempre hay que tratar de superarse. Algunas veces es más fácil y otras más difícil, pero creo que lo principal pasa por tener un enfoque técnico importante para hacer base en ese punto. Y también hay que adoptar un enfoque en las personas, desarrollar equipos, planificar cómo ejecutar las obras, poner el foco en la calidad de los proyectos y cumplir con los plazos de entrega. Es determinante transmitir estos conceptos, tanto a los equipos que tenemos conformados desde hace muchos años como a los nuevos profesionales.
En lo personal, me tocó desarrollarme muy rápido en algunos aspectos, pero siempre traté de ir asumiendo los desafíos afrontados y consolidando las experiencias vividas. No se trata de transitar un camino únicamente marcado por los aciertos, ya que también se cometen errores. Lo importante, en suma, es aprender las lecciones de cada paso dado.
El mercado argentino resulta muy atractivo porque hay un montón de oportunidades para desarrollar proyectos, sobre todo en infraestructura. Más allá de lo que me han inculcado en la compañía en todos estos años, el escenario me parece sumamente interesante para los profesionales que recién se incorporan al mercado. ×
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