Las Pymes de Neuquén vinculadas a la industria hidrocarburífera atraviesan una situación muy delicada. A la caída que registra la actividad desde mediados del año pasado, cuando se congeló el precio del barril interno, se sumó el desplome de los precios internacionales y el parate económico en el que entró el mundo a partir de la pandemia del coronavirus. Si bien el futuro parece incierto, desde la Cámara Empresarial de la Industria Petrolera y Afines (CEIPA) están convencidos de que la mejor forma de capear la crisis es a través de la búsqueda de consensos entre todos los actores involucrados. En diálogo con TRAMA, Gonzalo Echegaray, miembro de la Comisión Directiva, apuesta a que a través del asociativismo se pueda crear desde Neuquén un entramado local que permita superar esta crisis.
¿Cómo está afectando a las Pymes el parate de la actividad a partir de la implantación de la cuarentena?
—Hoy estamos con un cierre casi total de actividad en la etapa de perforación y fractura, y nos encontramos trabajando al 15% en la etapa de producción. A principio de abril se pagaron los sueldos correspondientes a marzo, con recursos económicos que se habían originado a partir de servicios prestados en el mes de enero. Nosotros cobramos entre 60 y 90 días luego de la fecha de la factura. Con lo cual, la situación más complicada la vamos a tener los primeros días de junio, cuando haya que pagar los sueldos de junio. No se van a haber generado ingresos en 60 días hábiles. Otros sectores de la economía tienen otro nivel de rotación porque cobran en efectivo y quizás en 30 ó 60 días la rueda volvió a funcionar. Acá la rueda tiene un lag de 60 días.
¿Desde la cámara están gestionando con el Gobierno provincial o nacional algún tipo de ayuda financiera?
—Por ahora la ayuda financiera viene por el lado de prórrogas impositivas, aportes extraordinarios al cumplimento de las obligaciones salariales y negociaciones con las cámaras empresarias para acortar los plazos de pago. Adicionalmente, tenemos a nivel estructural un problema más complicado, ya que la recesión mundial va a generar una reducción de la demanda global de petróleo y la misma recesión en la Argentina, una caída en la demanda interna para lo que es el tercer y cuarto trimestre del año. Entonces nosotros tenemos el actual cierre de la actividad, pero además sabemos que no se van a recuperar los niveles que teníamos antes del parate y que ya de por sí eran críticos. El panorama es bien complicado y nos deja en la situación de evaluar qué va a suceder el resto del año. Más allá de que las estrategias que se están solicitando son las mismas, lo que vemos es que no necesitamos tanta ayuda hoy, pero sí en los próximos cuatro meses. En ese escenario se vuelve fundamental contar con un precio sostén del barril criollo. A la crisis por el COVID-19 se sumó la crisis de la OPEP, que hizo derrumbar el precio internacional del petróleo. En el caso de que se estabilice en los u$s 42 el barril, como pronostican algunos analistas, la producción de Vaca Muerta se va a volver muy poco rentable, por lo que la actividad va a ser de media a baja.
¿Lo más imperioso para ustedes, entonces, sería que el Gobierno fijase un precio sostén del barril criollo?
—-Dadas las restricciones mundiales en lo que tiene que ver con precios, cantidad y finanzas, y las restricciones nacionales vinculadas con renegociación de deuda e infraestructura, me parece que cuidar la cadena de valor es fundamental para los próximos meses. Contar con un barril criollo que no desfinancie al Gobierno nacional, pero que sí acompañe con una reducción impositiva, como por ejemplo en las retenciones a las exportaciones. Sobre todo porque a un precio muy bajo de nivel internacional y de sobreoferta se va a hacer muy difícil exportar. Además, Argentina no tiene grandes exportaciones. Por otro lado, me parece que es el momento de empezar a plantear como obra estratégica los gasoductos, porque van a ser multiplicadores del empleo para una reactivación de la economía a través de la obra pública. Abriría la posibilidad de que el gas de Vaca Muerta sea transportable, con lo cual habría un redireccionamiento de inversiones a gas, y además, en última instancia, cuando estén en funcionamiento, dejaríamos de exportar divisas para una cuenta comercial que a nivel nacional está complicada. Me parece que el tema del gas va a ser clave en la reactivación. Y, después, lo que definitivamente tenemos que empezar a trabajar es la industrialización de los hidrocarburos propios. Creo que se vienen años de precios del barril muy lejos de los u$s 55 ó 60 que tuvimos hasta no hace mucho tiempo. Creo que un escenario optimista sería volver al que teníamos antes de las PASO del año pasado, que rondaba las 600 fracturas por mes. Un escenario medio, que me parece que es el más esperable, sería el de 300 fracturas, y de ahí para abajo se torna un escenario muy complicado en términos de destrucción de empresas y de empleo. ×
De trabajadores a empresarios
CEIPA nació en el año 1993 como consecuencia del proceso de privatización de YPF, llevado adelante durante el Gobierno de Carlos Menem. Sus socios fundadores fueron 18 empresas, cuyos dueños eran exempleados de la petrolera que pasaron a brindarle servicios. «Creamos la cámara por una necesidad de subsistencia. Pasamos de ser empleados a empresarios, casi a la fuerza. Y si bien teníamos todo el know-how necesario por tantos años de experiencia, nos faltaban las herramientas para manejar una empresa», recuerda Sebastián Cortez. «Al asociarnos, junto con la capacitación que nos brindó la propia YPF y la ayuda del Gobierno provincial de entonces, logramos salir adelante», completa.
De aquellos 18 socios fundadores, CEIPA representa en la actualidad a 82 empresas. «Ahora tenemos muchas mejores perspectivas de asociatividad, de aprovechar la sinergia. Hemos aprendido muchísimas cosas con el tiempo. Hay comisiones directivas que van cambiando, aplicación de nuevas tecnologías y nuevos servicios. En los primeros años, teníamos como único cliente a YPF, pero hoy en día trabajamos con 15 operadoras y siempre encontrás alguna Pyme de la cámara que trabaja en alguna de ellas. Y para nosotros eso es un gran capital», asegura Gonzalo Echeverry.