Roberto Kozulj, investigador en Fundación Bariloche y docente en la Universidad Nacional de Río Negro, brindó detalles acerca de los desafíos y oportunidades que presenta la transición energética para el país. Durante su exposición en el evento «La energía en proyección: una mirada al futuro para Argentina, organizado por AmCham y el IAPG, aseguró que el país tiene la oportunidad de lograr el autoabastecimiento, con la construcción del gasoducto Néstor Kirchner como primera meta para ello. Asimismo, se refirió a la capacidad y voluntad de exportar GNL, pero dando cuenta que ello dependerá de las autoridades y empresas.
Respecto a la transición, remarcó la importancia del gas natural y lo calificó como fundamental en este proceso. También expuso que los mercados de GNL aumentarán, como así también su precio.
Por otro lado, afirmó que Asia -China en particular- requerirá de cantidades crecientes de gas natural y de petróleo, y planteó que existe incertidumbre sobre las reconfiguraciones espaciales y bloques de comercio.
Transición energética
Kozulj argumentó que “pasar de una fuente de consumo a otra implica un cambio de equipamiento, lo cual es virtuoso para los países que lideran el cambio tecnológico, pero no así para aquellos en vías de desarrollo”.
Reparó en la dificultad de modificar lo que consume la industria, los parques vehiculares, el transporte público y los hogares que “han tendido a una mayor eficiencia energética”, frente a la transformación de la matriz de generación eléctrica, incrementando la participación de fuentes como la energía eólica o solar.
Para Argentina, consideró que dicho anclaje de equipamiento “es fundamental porque como actor transformador, su peso es muy bajo pero tiene oportunidades muy interesantes en términos de exportación”, y que en ese sentido la venta de gas natural y la de hidrógeno con captura de CO2 e hidrógeno verde tomarán valor para el país. Por esto, subrayó la importancia de “tener una política energética con un rumbo definido”.
A su vez, puntualizó en los costos que implica el cambio, remarcando que “hoy nadie va a desmontar una planta que funciona a gas para volcarse al hidrógeno por los valores, el país tiene otras prioridades y esto será lento”.
Desglobalización
Frente a la guerra Rusia-Ucrania hay quienes ven que el conflicto y la falta de confianza socavarán la inversión y el comercio y, por lo tanto, desencadenarán un retroceso general de interdependencia internacional, mientras que otros consideran los esfuerzos de Rusia por abrir canales de comercio con India y China como el camino hacia un nuevo orden multipolar. En ese sentido, Kozulj remarcó que “la única certeza que existe es que el mercado de GNL se va a duplicar en los próximos 20 años y esto dará lugar a nuevos oferentes”.
Vinculado a ello, mostró las dificultades a resolver en Argentina. El país, en lo que es la matriz energética tiene una baja participación del carbón mineral, del 85% de combustibles fósiles que se utilizan, el 84% corresponde a petróleo con un 29% y a gas con un 55%, que tiene una fuerte participación en la generación eléctrica.
Por eso, el investigador enfatizó en la continuidad del mercado de gas, y afirmó que la “si bien es cierto que hay una declinación natural la producción de petróleo por la vejez que tienen las cuencas hoy se está produciendo a un nivel cercano a la capacidad de refinación”.
Asimismo, sostuvo que en la recuperación petrolera tuvo un papel importante el petróleo no convencional y expresó que lo mismo ocurrió con el gas natural, dado que “sin ello hubiera sido imposible mantener los valores que se obtuvieron”.
Respecto a esto, aseveró que “si no hay aporte del no convencional es porque no hay una definición política clara sobre qué hacer y a eso se le suma la falta de infraestructura”.
Argentina todavía importa GNL y este déficit todavía no ha sido cubierto, por ello Kozulj concluyó que esto “afecta el costo de la generación eléctrica y del gas distribuido, al monto de los subsidios e incide de manera negativa en el saldo de la balanza comercial”.
En ese sentido, propuso temas a tratar para políticas públicas que se resumen en “eliminar los subsidios o disminuir los costos, que se dé un vínculo entre la demanda agregada y tarifas y uno entre costos del gas natural y el MEM, y que exista una equidad distributiva”, argumentando que también debe surgir un espacio para rediseñar las tarifas eléctricas “sobre todo en las distribuidoras que son reguladas por el ENRE”.
En cuanto a la industria petrolera, explicó que, desde la recaudación tributaria, no se benefician únicamente las provincias petroleras, sino que se genera un efecto que “se traduce en disminuir la coparticipación que reciben dichas provincias en aras de que parte de ello se dirija a zonas menos desarrolladas” y remarcó que “se encuentran desfinanciadas por el cuadro público que se posee, sin el ingreso público estarían en grandes problemas”.
Contexto mundial
El investigador exhibió que en los últimos diez años la economía mundial ha crecido un 2,3% anual, en base a ello, destacó el papel de Asia, aseverando que hoy representa el 40%. A vez, determinó que este crecimiento implicó una demanda energética que arroja números impresionantes en lo que refiere al continente asiático cuyas estadísticas son 1% anual durante el periodo de 2010-2020 y 1,6% entre 2010-2019, “más del 60% de este crecimiento en términos de emisiones significó la incorporación de Asia a una creciente modernidad”, dijo.
En línea con lo anterior, mostró que en los últimos 20 años se ha emitido más del 70%, que, en los 35 precedentes, afirmando que “Argentina sólo participa con un 0,6% total, por lo que cualquier esfuerzo que realizara para evitar el calentamiento global disminuyendo las emisiones no tendría impacto relevante”.
Además, reveló que en la última década se ha tenido un PBI global menos intensivo en el área energética, pero que “la energía y el PBI han sido emisores de CO2 por el crecimiento de la industria pesada que supuso la construcción de la urbanización”.
En base a ello, sostuvo que la transición “supone un mundo más eléctrico y menos intensivo en energía por unidad de PBI” lo cual es positivo en cuanto a las emisiones, pero representa un esfuerzo que, según Kozulj, “será muy desigual a lo largo del mundo”.
También, enlazó la desaceleración de las importaciones de China con el crecimiento de los países nucleados en el G7 y G20, planteando que un 60% y un 85%, respectivamente, de la variación del desarrollo de estos países se altera a la par de las compras de China, es decir, menos importaciones, menos crecimiento de dichas naciones.
Kozulj explicó que el mundo aún continuará con los combustibles fósiles ya que hoy depende de ellos en más de 80%, dado que China posee una matriz fósil del 84%, América del Norte un 80% y Europa un 71%.
Además, presentó que la matriz de generación eléctrica mundial de 2020 era un 35% de carbón, un 23% de gas natural, 10% de energía nuclear, 16% hidroeléctrica y, en promedio, sólo un 12% en renovables, en donde luego se dio un incremento- que se produjo en las dos últimas décadas- y las renovables tomaron un 38% en mercado, dando como resultado un 28% en carbón y un 23% en gas natural.
Tensión entre bloques
El investigador opinó que hay incertidumbre respecto a los precios por la guerra Rusia-Ucrania. Sin embargo, espetó que, en una mirada a largo plazo, los valores van fluctuando. Además, enunció que los precios del crudo WTI junto con la recuperación de la post pandemia “han llevado a un aumento de los precios que fue anterior a la invasión porque el mundo aun reside en el consumo de los combustibles fósiles”.
Frente a ello analizó el mercado de gas, y exhibió la fuerte dependencia que existe por parte de los países europeos frente a el gas ruso, sin embargo, dio cuenta de un cambio: el ingreso de Estados Unidos como exportador, ocupando el papel del suministro de GNL en ese mercado.