Con 60 años de historia, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) se ha convertido en un referente ineludible en la formación de profesionales vinculados a la industria del Oil & Gas.
Una de sus características más salientes ha sido siempre la de estar a la vanguardia académica frente a las innovaciones y las nuevas tecnologías. En tiempos en los que la industria requiere nuevos saberes para mejorar los niveles de productividad en el shale, el ITBA se ha posicionado como la casa de altos estudios que mejor comprende los nuevos desafíos. En esa dirección, la universidad creó el año pasado el cargo de vicerrector y designó para ese lugar al ingeniero Andrés Agres. En diálogo con TRAMA, Agres afirma que esta nueva estructura institucional es parte de un proceso de transformación educativa que viene llevando adelante el ITBA, orientado a la innovación en los métodos de educación que imponen las nuevas tecnologías.
Históricamente se habla de que hay una mayor demanda que oferta en lo que tiene que ver con las carreras de ingeniería. ¿Eso es algo que se sigue manteniendo?
—Sí, sigue
ocurriendo. Pero también hay que tener en cuenta que, desde que se sancionó la
ley que habilitó la creación de universidades privadas,
la educación superior en la Argentina ha creado
un ecosistema con universidades para todos los gustos y para todas las
necesidades de la sociedad. Entonces, cuando empezamos a hablar de cerrar la
brecha entre la oferta y la demanda de estudiantes, aparecen universidades que
cumplen mejor esos roles y que fueron creadas para otro tipo de demanda. En el
caso del ITBA, se fundó hace 60 años con un foco en la excelencia, en la
tecnología, en la innovación y, por sobre, todo en los valores. Eso hace que el
alumno que concurre a nuestra universidad lo haga porque quiere saber
ingeniería en serio. Tenemos un proceso de cursos preparatorios, de cursos de
ingreso con examen, y eso hace que no terminemos siendo una universidad que
apunta a cerrar brechas de demandas de volúmenes de ingenieros. Pero sí que
garanticemos profesionales de excelencia. Dicho esto, en el caso de Ingeniería
industrial somos la universidad que más graduados tiene. Esto sucede porque,
dentro de nuestro proceso de formación, el 70% de los que empiezan la carrera
la terminan, que son más de los que se gradúan en la UBA.
¿Y con respecto a las carreras vinculadas a la actividad energética se da un fenómeno similar?
—En lo que tiene que ver con petróleo, somos una de las tres universidades del país que ofrece una carrera de grado, y ahí sí, la crisis con respecto
a la brecha es mayor. Sobre todo, a partir del desarrollo de los últimos años con Vaca Muerta.
El desarrollo de la industria del petróleo y gas en la Argentina no se condice con la cantidad de ingenieros en esta especialidad que se gradúan todos los años. De todos modos, hay otros tantos ingenieros que tienen perfiles fácilmente acomodables a las necesidades de la industria del petróleo. Por eso tenemos especializaciones y maestrías enfocadas a la industria del petróleo que buscan convertir tecnológicamente a todo aquel que tiene una base de ingeniería, para que pueda dedicarse a la industria del petróleo y gas.
¿Cuáles son las especializaciones que ofrece el ITBA en cuanto al estudio de los no convencionales?
—Tenemos una especialización de Terminaciones de Pozos no Convencionales, otra de Explotación de Gas y Petróleo, y una tercera de Economía de Petróleo y Gas. En las tres está incluida la temática de los no convencionales. Son carreras que ya tienen diez años de antigüedad y que se adelantaron a la demanda que podía empezar a haber en la industria. Son especializaciones que ya existían y que fuimos reconvirtiendo hacia los no convencionales. El ITBA siempre fue un lugar en donde la industria del petróleo y de su conocimiento adquirió una impronta muy particular. Nos sentimos pioneros en ese aspecto.
En las empresas hubo una etapa de aprendizaje de todo lo que tiene que ver con los no convencionales. ¿Ustedes también tuvieron que atravesar
por esa etapa?
—Los profesionales que trabajan en las empresas en lo que se relaciona con la explotación de yacimientos no convencionales son, en su gran mayoría, graduados nuestros, y a la vez son profesores del ITBA. Por ejemplo, Juan Rosbasco, que es el director de todas nuestras especializaciones vinculadas con petróleo, es una eminencia y un profesional de referencia en los no convencionales. Generó todo un linaje de reservoristas a través de sus alumnos. A lo mejor tuvimos que hacer un ajuste en los contenidos para direccionarlos más hacia los no convencionales, pero los conocimientos los teníamos. Así como nos enorgullecemos de la actualización de nuestros programas y de nuestros profesores, tanto de grado como de especializaciones, cuando algo nuevo aparece enseguida lo incorporamos.
¿Ese vínculo con las industrias se da de manera institucional?
—Sí, tiene varios ejes. A nivel educación, tenemos acuerdos firmados con las grandes empresas de la Argentina, que además nos donan becas para que los alumnos estudien carreras de petróleo.
En lo relativo a las especializaciones de maestrías, estamos muy conectados con empresas que nos contratan para hacer cursos «on company». Tenemos profesores que viajan permanentemente a Comodoro Rivadavia o a Neuquén y que dan los cursos en las empresas. También es muy importante lo que recibimos de las compañías para todo lo que es investigación. En nuestros laboratorios hay aparatos que son únicos en el país en lo que tiene que ver con el estudio de los reservorios y la simulación de fluidos geofísicos. Todo eso es gracias a la conexión que tenemos con las empresas que muchas veces nos financian investigaciones.
¿Los jóvenes que ingresan al ITBA lo hacen más desde un lugar vocacional o como la posibilidad de asegurarse una salida laboral y un buen ingreso?
—Lo ven más desde el lado vocacional. Es cierto que la ingeniería en general tiene una buena parte de interés por lo que puede brindar en cuanto a salida laboral. Yo hablo mucho con los alumnos dentro del ITBA y más de uno me confiesa que hubiera preferido estudiar Filosofía, por ejemplo. Pero es vocacional en cuanto al petróleo, porque podrían elegir cualquier otra ingeniería. Entonces hay una vocación tecnológica hacia esta actividad, que hay que reforzarla porque no es que está creciendo el interés, sino que en todo caso se mantiene o decrece un poco y necesita ser redescubierta. Pero cuando alguien dice que quiere estudiar petróleo, hay una vocación. Con el agregado de que es una ingeniería, que hay pocos profesionales y que, por lo tanto, la salida laboral es muy atractiva.
De acuerdo con los estudios de evaluación, en los últimos años ha habido un retroceso en el nivel medio de la educación argentina. ¿Cómo superan ese problema desde el ITBA?
—La discusión sobre cómo aprenden los alumnos de la educación media en materias como matemática, física, química o biología es a nivel mundial. Hay pocos países que pueden decir que no tienen un problema. En ese contexto, nosotros tenemos los nuestros. Creo que hay desafíos importantes, fundamentalmente en lo que tiene que ver con la motivación al estudio. Para mí no es tanto el problema de cuánto sabe sino de cuánto quiere saber. Porque si uno quiere saber, oportunidades de aprender va a haber. Y el ITBA es uno de esos lugares. Por eso tenemos cursos preparatorios de lo que vamos a enseñar. Pero lo que necesitamos es que los alumnos vengan con ganas de saber. Además, nos conectamos con las escuelas. Trabajamos con los maestros y profesores de primaria y secundaria para despertar su vocación en métodos de enseñanza.
En los cursos preparatorios, para Física empezamos a desarrollar un método de aprendizaje que es completamente práctico, con experimentos de laboratorio durante toda la cursada.No hay más teoría y práctica, sino una mesa con cinco alumnos, aparatos y objetos de todo tipo, y una computadora. Entonces los alumnos empiezan a hacer experimentos y aproximarse a la materia desde ese lugar. La idea es que, a partir de la observación y el cálculo y meterlo en un programa, el alumno empiece a descubrir la aceleración y la gravedad, por ejemplo. Esos son aportes que nosotros trasladamos a la secundaria a través de distintos programas. Si bien somos una universidad chica y nuestro impacto a veces es menor, estamos muy interesados y siempre pensando que podemos despertar la curiosidad y las ganas de saber de los chicos.
¿Cómo es la relación del graduado del ITBA con la institución?
—Hay un vínculo de pertenencia muy fuerte entre los graduados y la institución. Una de las características de la formación en el ITBA, además de la excelencia y el prestigio, tiene que ver con que el estudiante atraviesa un proceso de vinculación no solo con la institución sino también con los propios compañeros, y es algo que queda para toda la vida. Históricamente hemos tenido un vínculo con los graduados, pero desde hace unos cinco años lo transformamos en algo mucho más orgánico, incorporando un Departamento de Graduados, que está teniendo un éxito rotundo. Desde nuestros graduados había muchas ganas de vincularse con la universidad, y nos está dando muchas satisfacciones. Evidencia de eso es que este año hemos creado un fondo de u$s 3,5 millones para becas y gran parte de ese dinero provino de los aportes de los graduados. Estamos creciendo en nuestra relación con los graduados y es una gran ayuda para la universidad. ×
Apuesta a la excelencia y la inclusión – La política de becas
Al tratarse de una universidad privada y con un alto grado de exigencia, el lugar común con respecto al ITBA es considerarlo un establecimiento elitista. Sin embargo, Andrés Agres derriba ese mito y asegura que el instituto garantiza accesibilidad a aquellos estudiantes que no pueden afrontar una cuota. «Nosotros tenemos un 25% de alumnos becados al 100% y la verdad es que los chicos que están estudiando en la universidad provienen de todos los estratos sociales. Las becas las otorgamos por necesidad y mérito, no solo por mérito. De esta manera generamos equidad, que entre dos alumnos que pueden acceder a la beca por méritos hechos se le otorgue al que además la necesita, porque no puede afrontar los costos del estudio», asegura el vicerrector.
Agres reconoce que el ITBA puede ser visto como un establecimiento lejano a la comunidad por el grado de exigencia que maneja para su formación. «Que se lo perciba de esa manera tiene que ver con el esfuerzo que requiere ser admitido. Son cuatro cursos preparatorios, con cuatro exámenes de ingreso, todos muy completos y muy exigentes. Eso hace que a lo mejor haya una sensación de lejanía. Pero que no es muy distinto de lo que puede pasar con el Instituto Balseiro. Cuando hablamos del sistema de educación superior, es un problema de saber leer a cada institución en el lugar en el que se desempeña. Al Balseiro entran 48 estudiantes por año y las exigencias son muy altas. Es cierto que es pública y nosotros privados, pero eso lo estamos contrarrestando con el programa de becas que tenemos», concluye.