La pulseada salarial de los sindicatos petroleros con las cámaras empresarias sumó ayer un capítulo que, a priori, dejó conforme a las partes involucradas. En concreto, se acordó un adelantamiento de la cuota del 9% que estaba prevista para noviembre y la promesa de activar la cláusula de revisión por inflación el 29 de octubre. Para los privados, la medida les permitió ganar tiempo hasta después de las elecciones, aunque no está claro a qué costo.
El negociador sindical de mayor peso en la discusión, el senador Guillermo Pereyra, no tendrá más que ese premio menor para llevar a los más de 30.000 representados a quienes les había asegurado que la pérdida de poder adquisitivo había acumulado un 21% a agosto. Tiene sabor a poco.
Si bien es cierto que se torció la voluntad de las operadoras de otorgar sólo el bono de 5.000 pesos anunciado por el gobierno nacional, uno de los principales puntos de reclamo, la cláusula de revisión que estaba acordada en el acuerdo paritario de este año, se pateó para fin de mes, justo después de las elecciones.
A Pereyra no le es indiferente ese domingo, sino todo lo contrario. Se jugará en las urnas buena parte de su representación y uno de los “mostradores” -como le gusta ironizar- que mayor poder le aportó en estos últimos seis años: su banca en el Senado.
En las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), quedó en tercer lugar detrás del Frente de Todos, que si mantiene su porcentaje se llevaría dos escaños, y de Juntos por el Cambio, que se quedaría con el tercero.
De regresar a la paritaria a fines de octubre con una derrota sobre los hombros, la negociación podría volverse más desventajosa para el sector gremial. Fuentes con acceso a lo que se discutió ayer en Buenos Aires recordaron a EconoJournal que hay unos 3.000 trabajadores petroleros suspendidos cuya continuidad laboral podría convertirse en prenda de negociación si el dirigente sindical resulta debilitado por un eventual golpe electoral. En Neuquén son un poco más de 1.000 los afectados por el parate de equipos, según contó el propio gobernador, Omar Gutiérrez. “Seguramente durante los últimos dos meses del año se cristalizará la baja de la actividad y la necesidad de despedir personal se instalará en la agenda. Hoy no se habla del tema por la campaña, pero una vez que ese proceso finalice habrá que discutir cómo se sale de esta situación”, indicaron desde una petrolera.
Sin embargo, otras empresas de servicios cuestionan la interpretación que decanta de las grandes petroleras como YPF y Pan American Energy (PAE). “La eventual debilidad de Pereyra (si pierde las elecciones) podría convertirse en una debilidad para nosotros. Porque seguramente va a querer utilizar la negociación salarial para tensar con las empresas y recuperar la iniciativa”, analizó el gerente operativo de una compañía proveedora.
El acuerdo firmado en mayo por las partes fue de un 28% anual en tres cuotas (la segunda es la que se negoció adelantar ayer) y dos cláusulas de revisión para comparar lo otorgado con los índices de inflación medidos por el Indec.
Pereyra no participó ayer de la reunión con la Cámara de Empresas Productoras de Hidrocarburos (CEPH) y la Cámara de Empresas de Operaciones Petroleras Especiales (CEOPE), pues está abocado a la campaña por su reelección. Mientras sus enviados discutían el mejor acuerdo posible para evitar medidas de fuerza en los yacimientos, una opción incómoda que el sindicato quería evitar, el senador caminaba junto a sus compañeros de lista en uno de los circuitos electorales más populosos de la capital neuquina.
Boleta corta
El dirigente petrolero tenía expectativas de revertir el resultado con una fuerte campaña de alfabetización al electorado para enseñar a cortar boleta, con un claro posicionamiento a favor del presidenciable kirchnerista, Alberto Fernández, y con la expectativa de que los votos del golpeado macrismo se dispersaran hacia opciones intermedias como la del Movimiento Popular Neuquino.
“Está toda la militancia, están todos los intendentes en ejercicio y los electos del MPN, el partido, la Junta de Gobierno, los convencionales y las seccionales del partido se encuentran trabajando y explicando de qué manera se debe votar este 27 de octubre”, planteó ayer.
Una fatalidad, sin embargo, desencadenó un escenario inesperado que podría truncar la cruzada para su propio “sí, se puede”. La muerte del intendente de Neuquén capital y primer candidato a senador de Juntos por el Cambio, Horacio Quiroga, le hizo perder a la alianza macrista su dirigente de mayor peso, pero también la ubicó en un lugar de visibilización desde la tragedia que, involuntariamente, podría sumarle acompañamiento.
El lugar que dejó vacante lo ocupará, según una decisión de la justicia electoral de Neuquén basada en la legislación de paridad de género, el empresario de la fruta Pablo Cervi. La actual senadora y segunda candidata de la alianza, Lucila Crexell, apeló la decisión por considerar que ella debería encabezar el corrimiento de nombres.
Sea como resulte esa controversia, la imagen del postulante fallecido será la que figure en las boletas del cuarto oscuro el domingo 27 porque ya no hay tiempo material de volver a imprimir el mínimo de 533.100 papeletas necesarias para la elección, cuya distribución por la provincia debe iniciarse este viernes.
¿Cuánto impactará sobre los electores esa presencia en el cuarto oscuro? Al menos públicamente, Pereyra no opuso ninguna objeción como sí lo hizo su adversario de Consenso Federal, Gabriel Romero, quien lo consideró un “fraude”.
El líder petrolero habrá evaluado antipático salir a reclamar la remoción del candidato fallecido pues dijo que será “un homenaje póstumo” que le harán todos los políticos a quien fue cuatro veces intendente de Neuquén.