Con más de una década al frente del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) y una vasta experiencia dentro de la industria petrolera, Ernesto López Anadón analiza la realidad sectorial y el futuro del país a partir de una certeza claramente vinculada con la potencialidad de los hidrocarburos no convencionales de la Cuenca Neuquina. «Vaca Muerta es el único proyecto que tiene la Argentina para salir de la caída libre. Un mejor desarrollo del yacimiento es una alternativa equiparable al agro como fuente fundamental de riqueza nacional», sentencia sin rodeos.
Confiado en las oportunidades que brindan las energías renovables y en la necesidad de cumplir con los compromisos de reducción de emisiones nocivas, cree –sin embargo– que ningún otro reto energético es tan importante a nivel local como el de poner en valor las reservas de shale y tight. «Debe producirse un cambio en el pensamiento político centrado en el desarrollo de esos recursos para atraer mayores inversiones y aspirar a una estabilidad real», opina.
Formado como ingeniero industrial e ingeniero en Petróleo en la Universidad de Buenos Aires (UBA), López Anadón inició en 1974 su desempeño profesional, en Hughes Tool, filial de la empresa norteamericana creada por Howard Hughes, que desembarcó en el país de la mano de José Estenssoro, fallecido expresidente de YPF. Fue enviado a Brasil como gerente general de la entidad, que luego adquirió Barker.
De regreso a la Argentina, se incorporó a Astra –comprada tiempo después por Repsol– como director comercial y de Desarrollo de Negocios. Más tarde se desempeñó como director general de Desarrollo y Comercialización de Gas en YPF. Además, entre 2006 y 2009 presidió la Internacional Gas Union (IGU).
De Estenssoro recuerda dos cualidades que lo hacían sobresalir. «Él detectaba para qué era buena cada persona y poseía una enorme visión para los negocios», evoca. De no haber fallecido en un accidente de avión en 1995, asegura, el reconocido empresario hubiese logrado la asociación «más que la venta» de YPF a Repsol. «No obstante, la operación no resultó tan traumática. No es que vino un management nuevo y cambió todo, sino que el proceso se dio con bastante consenso. Muchos de los puestos los tomamos nosotros», recalca.
En conversación con Revista TRAMA, el ingeniero celebra el alto nivel de productividad que hoy está alcanzando el segmento hidrocarburífero local, tal como quedó evidenciado en la cumbre Oil & Gas Patagonia que se celebró en octubre. «No es tan habitual producir por encima de las expectativas iniciales. Por lo general sucede lo contrario. Pero también hay casos como el de Roch, que viene de obtener hallazgos espectaculares en Tierra del Fuego», destaca.
Con estos rendimientos en los pozos, ¿cuánto cambian las proyecciones a futuro en Vaca Muerta?
Estas buenas productividades demuestran que el activo es muy bueno, lo que hace que los inversores se mantengan en la Argentina a pesar de los problemas económicos. Si el país lograra estabilizarse, podríamos pensar en compañías que quieran lanzarse a un desarrollo masivo, lo que implicaría una nueva perspectiva en materia de logística, infraestructura y costos de superficie.
En ese escenario, será preciso tener equipos de perforaciones, contar con nuevas rutas y mejorar las existentes, garantizar el acopio de agua y construir toda la infraestructura municipal donde iría a vivir la gente.
Las ampliaciones de los gasoductos no deberían preocuparnos tanto porque la industria es capaz de hacerlas. En los años 90, por caso, esas iniciativas de expansión se llevaban a cabo sin problemas. En el norte se disponía de una línea eléctrica y dos gasoductos, todo para el mismo mercado, que luego quedaron vacíos. Al Estado esto no le cambió nada, los que perdieron fueron los que invirtieron. La infraestructura que me preocupa, de hecho, es la que depende de la obra pública.
¿Cuál debe ser el involucramiento de la industria?
Si la industria no empuja un poco, esto puede demorarse. Ya está, en verdad, un poco involucrada, pero pensando en un plan a largo plazo. En ese sentido, el tema impositivo resulta inquietante. Es el problema económico recurrente que tiene la Argentina cuando no puede reducir el gasto.
El impacto del restablecimiento de las retenciones depende de cada compañía y de cuánto exporte. A las firmas chicas no las perjudicó tanto porque le venden al mercado interno. Distinto es el caso de Pan American Energy (PAE), que está haciendo un muy buen trabajo en la Cuenca del Golfo San Jorge (una cuenca que es cara, porque se mueve mucho líquido para traer muy poco petróleo).
¿Es posible trazar un paralelismo entre este período y otro momento histórico como el del desarrollo de Loma La Lata?
Este momento es diferente en cuanto a envergadura. Hay alguna presentación en la que yo comparé Loma La Lata con Vaca Muerta para mostrar el tamaño: «esto es una semillita y esto es una calabaza». Cuando sale Loma La Lata, ese yacimiento era un parque chico y generó la industria del gas. Se gasificó el país, se hicieron los gasoductos, etc. Vaca Muerta es el único proyecto que tiene la Argentina para –de una vez por todas– salir de este ciclo en el que la única idea económica es gastar a cuenta y después devaluar para licuar todo lo que gastamos.
Variables como la actividad, la inversión, la cantidad de empleo (directo, indirecto e inducido) que puede generar, las exportaciones y la recaudación impositiva hacen de éste el único proyecto que puede salvar a la Argentina de seguir en caída libre.
Hemos vivido del agro, pero llegamos a un punto en el que no podemos hacerlo más. Y como tampoco podemos reducir el gasto, estamos en un círculo vicioso. Al generar muchísimos más ingresos, Vaca Muerta puede permitir mantener este nivel de gasto.
No es que va a gasificar el país, sino que le va a dar un salto de calidad. Por eso es tan importante. Ahora bien, hay que ser inteligentes sobre cómo planificar en torno al gas. Todas las energías son útiles, pero cada país planifica en función de lo que le conviene.
A la Argentina le falta tener una institucionalidad de pensamiento por parte de todos los políticos, pierdan o ganen. Me parece que hay que insistir en esa idea. Nosotros estamos participando de este ejercicio de visión de matriz energética, y acordamos en que haya energía para todos y en bajar las emisiones nocivas, pero creemos que el pilar fundamental es el desarrollo económico.
¿Eso se lo manifestó al Gobierno?
Sí, tanto en público como en privado. Estoy convencido de que todos los sistemas son de transición y uno no sabe cuál será la energía del futuro. Las turbinas de gas, por ejemplo, ya no son las mismas que antes, las centrales viejas hay que reemplazarlas y
lo mismo sucede con los molinos de viento.
Cuando se dice que la mayor prioridad de otros países pasa por reducir sus emisiones, en realidad no siempre es tan así. Alemania lo hace a partir de eficiencia, no a partir de dejar de lado el carbono. Los alemanes sacaron todas las centrales nucleares, ¿y qué pusieron en lugar de eso? Carbón. ¿Por qué? Porque no quieren depender de Rusia. Nosotros tenemos que hacer lo mismo. Ser eficientes y reducir emisiones con eficiencia.
¿Por qué Obama es «el presidente verde»? En Estados Unidos no hay una sola política energética interna, lo hace todo el mercado. Empezaron con el shale gas los privados y el país pasó a ser uno de los primeros productores mundiales. Bajó el precio del fluido y el recurso desplazó a las centrales de carbón. Por eso Obama firmó el Acuerdo de París.
Si el precio del petróleo se estabiliza cerca del valor actual, ¿debe esperarse el ingreso de nuevos jugadores a nivel local?
Pienso que muchos están analizando eso, aunque el contexto no ayuda. No se trata de Vaca Muerta ni de la industria del petróleo. Es necesario que el país se estabilice y pueda verse qué rumbo toma la política en general. Hace falta un pensamiento más progresista en el sentido de ser pragmáticos y enfocarse en las cosas que pueden sacar a la Argentina adelante. No obstante, que todos se alineen tras esa idea parece difícil.
En los años 90 venían muchísimas compañías de todo el mundo a estudiar el panorama. Algunas se quedaron y otras no. Ahora no hay tantas, pero se observan señales positivas para rescatar. Por ejemplo, Shell se había ido del país y volvió. Exxon, lo mismo. Wintershall había sido un socio silencioso de Total y PAE, y hoy es operadora. Chevron se iba a ir y ahora está por desarrollar El Trapial, además de reforzar sus inversiones en Loma Campana. Total, por su parte, también está cada vez más activa.
¿Qué está ocurriendo en términos de almacenaje?
Está claro que el consumo de gas tiene una gran estacionalidad en el país, lo que obliga a importar gas natural licuado (GNL) y a usar líquidos, sobre todo en invierno. En esa dirección, el almacenaje se erige como una opción válida para limar los picos de consumo.
Una de las grandes posibilidades que brinda el almacenaje tiene que ver con la extracción de líquidos, que en general se hace cerca de los campos. Cerca de los centros de consumo, en tanto, permite aprovechar los picos y solucionar sus problemas técnicos. En verano, cuando los caños están vacíos, con el almacenaje se aprovecha el transporte interrumpible, que es más barato. En invierno, cuando se corta GNL, se vende y la diferencia es la que paga el almacenaje. Es un negocio.×
Viajero y golfista
Más allá de disfrutar de los fines de semana en su casa de Pilar y de autodefinirse como «un bicho de ciudad», López Anadón es un viajero frecuente. «Viajamos seguido porque una de mis hijas está viviendo en Nueva York. Otra vive en Newman y otra en Laguna del Sol. En total tengo siete nietos», comenta.
El interés por los viajes, aclara, no es ninguna novedad. «Siempre nos gustó mucho el sur, viajábamos bastante con las chicas a Bariloche. Alquilábamos una casa en el lago Mascardi», recuerda.
Otra de las pasiones de López Anadón es el golf. Se reconoce, de hecho, como «un buen golfista». «La clave está en el estudio preciso del terreno de juego a fin de evitar golpes infructuosos que desvíen el objetivo de la meta», sentencia.
Espíritu renovado
De acuerdo con López Anadón, el presente de la industria nacional de Oil & Gas le genera un gran entusiasmo. «Hace mucho que trabajo en petróleo. Arranqué con grandes planes en momentos de enorme actividad, atravesé depresiones, vi una industria pujante con impulso estatal y muchas compañías de servicios, y fui testigo de una recesión en los años 80, del boom en los 90 y de la caída de 2000. Ahora, cuando prácticamente se creía que el sector llegaba a un punto de madurez del que parecía difícil salir, surgió Vaca Muerta», enumera.
A su entender, los hidrocarburos no convencionales renovaron el espíritu de la industria. «Hoy tenemos un horizonte de 100 años por delante, lo que nos ayuda a renovar nuestros recursos profesionales y tecnológicos», resalta.
El Midstream, por su parte, es –a su entender– un mercado que tiene que repotenciarse porque viene de años muy pobres. «Sinceramente, no sé cómo subsistió. De cara al futuro, el rubro enfrenta un enorme panorama de oportunidades, de ampliación y de nuevos negocios», vislumbra.
2 Responses
Exelente nota.Despues de leerla tiemblo pensando que un antipatria como javier milei se la entregue a eeuu