La publicitada frase según la cual “lo que no te mata te hace más fuerte”, a la que algunos apuntan como una mala abreviación de un concepto de Nietzsche, derivó en una versión más refinada que forma parte del vocabulario petrolero. Podría expresarse así: “La crisis nos hizo mejores”. La idea le corresponde a Alejandro Bulgheroni, quien la reprodujo en reuniones privadas para mostrar que los bajos precios del petróleo que se registraron en los últimos años obligaron al sector a trabajar de una manera más dedicada en la baja de costos. Los resultados de ese trabajo posiblemente sean más duraderos que el ciclo de precios bajos. Y de la misma manera alisaron el habitualmente pedregoso terreno en el que se desarrollan las negociaciones con los sindicatos.
Quizás sin quererlo, Bulgheroni resumió una fórmula que recorre a toda la industria y comenzó a llenarla de pretensiones de crecimiento en un contexto adverso para la actividad. En esa lista de pensadores sobre la crisis del crudo hay que incluir al presidente de YPF, Miguel Gutiérrez. Por su pasado en el sector de las telecomunicaciones o por su gusto por la gimnasia corporativa, eligió al idioma inglés para expresarlo. Lo llama softlanding. El eco del término puede resultar agradable en términos sonoros, pero se refiere a cosas desagradables, como los despidos que se aplicaron en el sector especialmente el año pasado para adelgazar de personal las compañías, o la puesta a punto de ciertos procesos a tono con los menores ingresos de la compañía derivados de la baja paulatina del barril criollo. Gutiérrez cree que de esas decisiones que el management no tomaría en épocas de bonanza se cimentará un futuro crecimiento de la empresa que intentará aumentar 26% la producción de hidrocarburos hasta 2022, abrir 200 nuevas estaciones de servicio, reducir el peso de la deuda y repartir ganancias.
La crisis también logró algo que ningún gestor de intereses podría haber hecho de manera legal: tranquilizar los ánimos de los sindicatos santacruceños. Al menos así lo entiende Hugo Eurnekian, presidente de CGC, la petrolera de Corporación América, que desarrolla el grueso de sus negocios en esa provincia. Cuando compró esos activos se sucedían los conflictos gremiales. Pero días atrás, en un encuentro con empresarios, sostuvo que de a poco habían migrado desde esa provincia patagónica a Chubut. Naturalmente, Eurnekian cree que una parte de esos “favores” en su concesión se deben a que aumentaron las inversiones.
Las noticias que trajo la crisis buena del petróleo llegaron a una planilla de cálculo del Ministerio de Energía. Sus números permiten afirmar que el año próximo la inversión petrolera trepará 20%, el mejor número en varios años.