Roberto Carnicer, director del Instituto de Energía de Universidad Austral; Roberto Brandt, Consultor internacional en políticas energéticas y de estrategia corporativa; Daniel Ridelener, CEO de TGN y Sebastián Bigorito, director Ejecutivo del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS), participaron del webinar “Qué nos dejo CERAWeek 2025”, organizado por el Instituto de Energía de la Academia Nacional de Ingeniería.
Brant identificó tres temas que dominaron el encuentro realizado en Houston en marzo de este año: “Geopolítica de la energía e impacto de la asunción de la nueva administración en Estados Unidos; segundo la búsqueda de un nuevo balance entre seguridad energética y transición energética y tercero, el impacto de la inteligencia artificial”, a partir de los cuales se desprende un debate en el cual “el sector privado se erigió en un moderador en el actual contexto político y geopolítico tan turbulento”.
En medio de alocuciones que al unísono describían un “desorden económico mundial”, en el otro extremo del péndulo, Brant resaltó “la presentación muy impactante del nuevo secretario de Energía de Estados Unidos, Chris Wright, que muestra cómo cada cuatro años la política americana se lleva puesta buena parte de la agenda, porque están tan polarizados o más como que nosotros, con una fuerte reivindicación de los combustibles fósiles y fuertes críticas a la transición energética”.
“Los empresarios fueron muy cautos -contrapuso- y en general hicieron énfasis en las emisiones y el cambio climático como un problema que tenemos que atacar. Alguno dijo ´keep calm, carry on´ como diciendo mantengan la calma y sigamos haciendo lo que hay que hacer. Y también hubo sutilmente una crítica a lo pendular de las políticas en Estados Unidos en el mundo, diciendo que la volatilidad ahuyenta la inversión”, agregó.

Dentro de ese debate hubo bastante énfasis en la importancia creciente que está tomando el gas natural en general y el gas natural licuado por su flexibilidad en particular. Ridelener tomó nota de que “el gas natural suministra el 25% de la matriz mundial y todos ven un fuerte y rápido crecimiento del consumo muy atado al GNL. Y lo que estamos viendo es la flexibilidad no solo por las instalaciones en tierra, sino también porque tenemos una posibilidad económica de tener instalaciones de licuefacción flotante, como lo estamos viendo con los proyectos en la Argentina”.
El CEO de TGN también mencionó que “la energía solar y la eólica alcanzaron récords de producción en 2024, pero también lo hicieron el petróleo y el carbón. Y la verdad es que en los últimos años las renovables no llegan ni siquiera a captar el crecimiento global de consumo de energía. Es decir, si el consumo global crece un 2,3%, todas las fuentes que se incorporan en un determinado año no llegan a cubrirlo. Esto da la sensación de que no alcanza con el pensamiento mágico de decir vamos a sustituir a los hidrocarburos”.
En un proceso de «transición energética aditiva», donde se incorporan todas las fuentes de existentes, “el crecimiento del consumo de GNL va a ser muy fuerte. Algunos hablan de un 50% al 2032-2033, otros de un 60% al 2040. Estamos hablando de de un planeta que consume un poco más de 400 mtpa que todos prevén que va a superar los 600 mtpa, y en ese contexto, si se llevan a cabo todos los proyectos que están en marcha, la Argentina podría estar tomando el 5% de ese consumo global”, planteó Ridelener.
Por su parte, Bigorito consideró que la cumbre en Houston “confirma un giro que ya está en marcha, el cuestionamiento del paradigma de la transición energética pre pandémica y el nuevo juego se llama realismo y pragmatismo. Muchas divergencias y voces del mundo en desarrollo nunca fueron escuchadas en las conversaciones globales desde entonces, y lo que vemos ahora es que justamente, post pandemia, guerra mediante etcétera, se impone el realismo”.
Es así que “rápidamente el Trilema Energético está impactado por la geopolítica, y la seguridad energética empieza a tener una relevancia gravitacional, diferente a la que tenía y cambia en su prioridad e incluso la Unión Europea acusa este impacto de pragmatismo, de realismo e incorpora dentro de sus matrices tanto a al gas natural como también a la energía nuclear como alternativa”, agregó el director de CEADS.
“Esto lleva -cerró Bigorito- de una transición energética de carácter sustitutivo a una transición energética aditiva, es decir, bienvenida a todo tipo de energía, porque no hay ninguna tecnología que nos alcance. O sea, este concepto de multi tecnología en la transición energética que ahora rige en el ecosistema de la sostenibilidad, y deja en evidencia las tensiones energéticas que no estaban claramente consensuadas y fueron revisadas a la realidad” desde un modelo bien europeo a una desaceleración de descarbonización.
En una reseña del debate, Carnicer resaltó que “la volatilidad política como un factor clave que ahuyenta las inversiones a nivel mundial, un fenómeno bien conocido en Argentina, y en la que se subraya la geopolítica actual, marcada por una bipolaridad emergente entre Estados Unidos y China, una dinámica global impacta incluso en el desarrollo de la inteligencia artificial”.
En el ámbito energético, el directivo de la Universidad Austral enfatizó que “se distingue claramente entre la transición energética del Norte y la del Sur, en la cual los países del Norte deben asumir los costos para apoyar al Sur en la consecución de la asequibilidad económica y la sostenibilidad. Esto genera una demanda de pragmatismo para lograr los objetivos”.
Finamente, Carnicer remarcó que el impacto transformador de la Inteligencia Artificial fue omnipresente en CeraWeek, descripta como una «revolución industrial de la inteligencia», actuando como «facilitador y catalizador». Sin embargo, la gran pregunta que se planteó es si la IA «ayudará a reducir la demanda de electricidad por sí misma o la innovación catalizará por la potencia informática simplemente conducirá a una mayor demanda debido a su propio consumo computacional».