Felipe Bayon, que en junio de este año asumió como CEO de GeoPark, una de las principales petroleras independientes de América latina, es un viejo conocido de la Argentina. Trabajó durante 21 años en BP, major de la industria hidrocarburífera, y entre 2005 y 2010 condujo la petrolera local Pan American Energy (PAE). Ahora busca volver a pisar fuerte en el país entusiasmado por el potencial de la producción hidrocarburifera no convencional. “Estamos mirando con mucho interés a Argentina, particularmente Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, que es sin duda un yacimiento de clase mundial con el que el país está cambiando la trayectoria no solo de su sector energético sino de su economía”, aseguró en una extensa entrevista con EconoJournal, la primera que concede a un medio periodístico argentino.
Bayon nació en 1965 en Colombia. Es ingeniero mecánico graduado en la Universidad de los Andes. Antes de terminar sus estudios empezó a trabajar en el sector automotor ya que su padre Eduardo era un alto directivo de la ensambladora Colmotores. Al poco tiempo se dio cuenta, sin embargo, de que debía construir su propia historia y terminó desembarcando en la industria petrolera. Comenzó trabajando en Hocol, petrolera colombiana controlada por la multinacional Shell y en 1995 se sumó a BP. En 2001 llegó a ser vicepresidente de operaciones para Colombia y luego asumió responsabilidades regionales, lo que lo llevó a vivir a Reino Unido, Estados Unidos e incluso Argentina. Durante aquellos años participó de operaciones en Alaska, Rusia y Medio Oriente.
En 2016 dejó BP para asumir como vicepresidente ejecutivo y CEO de Ecopetrol, la petrolera colombiana bajo control estatal. Durante los siete años en los que estuvo en la compañía, lideró el proceso de internacionalización, mediante su desembarco en Permian, uno de los principales plays no convencionales de EE.UU. Además, impulsó la llegada de Ecopetrol al Presal, el megayacimiento offshore de Brasil, en asociación con Shell. Ahora busca replicar esa experiencia desde GeoPark, pero con el foco puesto en Vaca Muerta.

–¿Podría describir cuáles son los ejes y objetivos que guiarán su gestión al frente de la compañía?
–Estamos en un proceso activo de revisión estratégica. No estamos partiendo de cero: GeoPark tiene una trayectoria firme y una operación consolidada, pero debemos repensar cómo y dónde queremos crecer. Eso implica revisar a fondo nuestro portafolio, optimizar nuestras operaciones y explorar nuevas oportunidades de generación de valor. El punto de partida es claro: fortalecer el negocio base. Hoy producimos cerca de 30.000 barriles diarios, principalmente en Colombia, donde hemos construido una operación eficiente, resiliente y con buenos resultados en exploración y producción. Dicho eso, y es algo que he comentado en distintos espacios, debemos retomar la senda del crecimiento. Y eso exige enfocarse, priorizar y tomar decisiones con mirada de futuro. Y, en segundo lugar, queremos crecer de manera inorgánica; no tenemos restricciones geográficas dentro del hemisferio, siempre que se trate de activos con alto potencial y retorno atractivo. En ese marco, puedo decirte que estamos mirando con mucho interés a Argentina, particularmente Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, que es sin duda un yacimiento de clase mundial con el que el país está cambiando la trayectoria no solo de su sector energético sino de su economía. En mi cuarto día como CEO de GeoPark ya estaba en Argentina, reuniéndome con el gobernador de Neuquén, Rolando Figueroa, para manifestarle nuestro interés en invertir y operar en esa provincia. Como colombiano lo digo con total claridad: desde Colombia vemos con admiración -y un poco de sana envidia- lo que está ocurriendo en Argentina. Neuquén está recibiendo cerca de 10.000 millones de dólares de inversión al año apalancados en un potencial de más de 16.000 millones de barriles de petróleo y más de 300 billones de pies cúbicos de gas. Pero lo más importante es que detrás de esos números hay convicción: de las empresas, de las autoridades en todos los niveles y de la sociedad. Cuando esas condiciones se dan, el desarrollo ocurre. Y ahí es donde GeoPark quiere estar.
–¿Cómo definiría un escenario internacional de la industria de Oil&Gas signado por el retroceso del precio del petróleo por debajo de los 70 dólares?
–No hay duda de que vivimos en tiempos de incertidumbre, con alta volatilidad y múltiples factores geopolíticos y macroeconómicos que afectan la dinámica del mercado energético y generan un entorno de precios más exigente para todos los jugadores. Frente a ese escenario, en GeoPark partimos de una premisa muy clara: no controlamos el precio del Brent, pero sí controlamos cómo operamos. Y eso implica actuar con eficiencia, agilidad y una disciplina de capital rigurosa. Uno de los pilares de esa estrategia es nuestra política activa de coberturas. Hoy tenemos cubierto alrededor del 86% de la producción proyectada para 2025 con precios mínimos garantizados entre US$ 68 y US$ 70 por barril, lo que nos permite proteger nuestro flujo de caja ante escenarios adversos y, al mismo tiempo, capturar parte del alza potencial del mercado. Además, contamos con la flexibilidad para adaptar nuestra inversión sin comprometer la salud financiera ni desviar el rumbo estratégico. Si el entorno de precios se mantiene bajo, tenemos la capacidad de ajustar campañas de perforación, priorizar activos de mayor retorno o reprogramar inversiones, sin sacrificar la generación de valor.
–¿Cómo se posiciona GeoPark, una compañía que explota yacimientos convencionales con cierta madurez, frente a ese escenario internacional que se presenta desafiante en términos de costos operativos?
–Un entorno desafiante, como lo venimos hablando, no solo depende de tener grandes recursos, sino de operar con excelencia, agilidad y disciplina. GeoPark ha desarrollado justamente esa cultura a lo largo de casi dos décadas de experiencia en campos convencionales, principalmente en Colombia, con una capacidad probada para generar valor aún en condiciones retadoras de precio y entorno operativo. A nivel estratégico, priorizamos activos de alto valor y bajo costo, y desinvertimos en aquellos que no se alinean con esa lógica -como hicimos con nuestras operaciones en Chile, Brasil y operaciones menores en Colombia– para mantener un portafolio más eficiente y enfocado. En el plano táctico, trabajamos de forma muy cercana con nuestros proveedores para negociar condiciones más favorables, asegurar disponibilidad de servicios y materiales a precios competitivos, y reducir tiempos de respuesta. Desde el punto de vista operativo, seguimos optimizando procesos, adoptando buenas prácticas y tecnologías con retorno de inversión rápido. Un ejemplo reciente es la incorporación de un equipo de última generación en Colombia, que nos permitió completar seis pozos y un sidetrack con un ahorro del 30% en costos y una reducción del 23% en tiempo frente a la campaña 2024. Esto nos llevó a bajar el costo promedio de perforación de US$ 245 por pie a US$ 171, además de reducir el tiempo de movilización entre pads de 7 días a solo 18 horas. Son mejoras concretas que marcan la diferencia. Esa eficiencia no es un fin en sí mismo. Es una plataforma sobre la cual estamos construyendo el próximo ciclo de crecimiento. Y lo estamos haciendo con foco y con el mismo rigor técnico, financiero y de estándares de seguridad operativa que han caracterizado a GeoPark desde sus orígenes.

–Durante un encuentro con inversores organizado por Adcap, usted señaló que el posicionamiento en Vaca Muerta es uno de los objetivos estratégicos a los que apuntará GeoPark. En este momento, existen algunos procesos en marcha de empresas —Pluspetrol y TotalEnergies, entre otras— que están testeando el interés del mercado en sus activos. ¿Cómo prevé llevar adelante el objetivo de crecer en Vaca Muerta? ¿GeoPark apunta a convertirse en un operador de campos no convencionales o en una primera etapa podría ingresar como empresa no-operadora?
—Vaca Muerta es un eje clave dentro de la estrategia de crecimiento inorgánico de GeoPark. Lo vemos como un recurso de clase mundial, con escala, productividad comprobada, un entorno técnico sólido y -quizás lo más importante- un ecosistema de actores públicos y privados comprometidos con su desarrollo. En ese contexto, estamos analizando distintas opciones para participar en la cuenca, y lo estamos haciendo con seriedad y perspectiva estratégica. Hoy contamos con una caja muy atractiva, US$ 300 millones al cierre del primer trimestre, un equipo con trayectoria probada en no convencionales y la claridad de que queremos ser parte activa del desarrollo de Vaca Muerta. Por eso estamos evaluando activamente los procesos en curso y trabajando para concretar acuerdos que nos permitan regresar a Argentina, el país donde nació la compañía, con un compromiso serio con la excelencia operativa y el respeto por el entorno. Nuestra forma de participar dependerá de que las oportunidades concretas se alineen con nuestra visión y perfil de riesgo. Pero lo que sí está claro es que queremos estar en Vaca Muerta no solo como inversionistas, sino como parte activa del desarrollo, aportando experiencia técnica, disciplina operativa y compromiso con la creación de valor compartido.
–GeoPark había firmado en mayo de 2024 un acuerdo de adquisición del 50% de áreas operadas por Phoenix Global Resources, que finalmente se terminó diluyendo a mediados de este año, en parte por la demora de la autoridad regulatoria de Neuquén en validar el ingreso de la compañía como co-titular de una Concesión no convencional. En términos retrospectivos, ¿qué evaluación realiza de ese proceso? ¿Dejó algún tipo de aprendizaje?
–El proceso que mencionas fue abordado con seriedad y dentro de los marcos acordados, y la contraparte en el negocio ejerció su derecho contractual a retirarse antes de la aprobación regulatoria. Naturalmente fue una situación que no esperábamos, pero que respetamos. Dicho esto, ese desenlace no cambia nuestra visión. Nuestra convicción sobre el potencial de Vaca Muerta y de Argentina como destino de inversión sigue siendo firme. De hecho, desde que asumí como CEO, he tenido reuniones constructivas con actores clave en el país, y seguimos explorando activamente alternativas para concretar nuestro regreso. Estamos comprometidos con reactivar el crecimiento de GeoPark, y Argentina ocupa un lugar prioritario en esa estrategia.

–Vaca Muerta se posicionó en los últimos años como un play no convencional competitivo a nivel global. Sin embargo, sigue existiendo una brecha importante a la hora de comparar los costos de desarrollo en Neuquén con relación a los costos de algunos shale plays de EE.UU. Esa brecha en parte de acentuó por la apreciación cambiaria en la Argentina. ¿Cuáles son, a su entender, las fortalezas y debilidades que ofrece Vaca Muerta en la actualidad?
–Como dices, Vaca Muerta es un play no convencional competitivo a escala global. No solo por la roca en sí, que es de clase mundial, sino por lo que ha logrado la industria en los últimos años: adaptar y perfeccionar tecnologías que se utilizan en Estados Unidos, perforar con eficiencia creciente y, sobre todo, convertir una promesa en una realidad concreta. Hoy, la producción es alrededor de 450 mil barriles por día de petróleo y cerca de 70 millones de metros cúbicos por día de gas. Eso ha permitido que el país tenga control de su balanza energética y asegure un superávit energético. Ahora bien, hay brechas, y hay que reconocerlas. En eficiencia, por ejemplo, todavía hay una diferencia frente a plays como el Permian en Estados Unidos, en donde los tiempos de perforación pueden ser hasta cinco veces más rápidos y donde la infraestructura ya está montada. En Neuquén, en cambio, la producción ha ido más rápido que los ductos, que las plantas de tratamiento, que las terminales de exportación. Esa es hoy una de las limitantes clave. Aún con esas condiciones, los pozos más recientes en Vaca Muerta ya están superando en un 33% la producción acumulada de sus pares en el Permian. Es decir, hay un diferencial de productividad muy claro. Y eso, sumado al hecho de que menos del 20% de la ventana de petróleo ha sido desarrollada, configura una oportunidad temprana con un potencial de expansión enorme. Hay otro punto que no se puede pasar por alto: el tamaño del acreage. Los bloques en Vaca Muerta son mucho más extensos que en Estados Unidos, lo que permite pensar en escalabilidad y eficiencia. Esa carrera por su desarrollo y esa proyección de alcanzar e inclusive superar el millón de barriles por día en 2030, va a depender de cuán rápido se pueda avanzar con las inversiones en midstream, de asegurar las condiciones para que el capital fluya, y de seguir haciendo las cosas bien con coordinación entre industria, autoridades y comunidades para asegurar resultados sostenibles. Soy optimista, porque vi el desarrollo en Estados Unidos -el otro lugar del hemisferio donde se están haciendo las cosas bien- y porque veo en Argentina no solo el recurso, sino la decisión de convertirlo en motor de crecimiento.

–Usted es un conocedor en la Argentina, ya que vivió en el país en los ‘2000 y lideró el desarrollo de grandes compañías en el mercado energético local. ¿Cómo evalúa la realidad argentina en términos de oportunidad de negocios? ¿El contexto económico, que a priori parece más establece a partir de la flexibilización de los controles cambiarios y la reducción de la inflación, es lo suficientemente robusto para incentivar la inversión?
–Argentina siempre ha sido un país con un potencial energético enorme y, particularmente en Vaca Muerta, que es uno de los principales activos no convencionales del mundo. Viví allá, trabajé allá y pude conocer de cerca a su gente, su industria y algo posiblemente más importante: la resiliencia y la capacidad técnica, que son tan valiosos como el subsuelo. Hoy estamos viendo señales que nos permiten cierto optimismo. La flexibilización del régimen cambiario y la convergencia hacia un esquema más previsible para las inversiones son pasos importantes. Todavía hay desafíos, sin duda, pero también una voluntad política más clara de integrar a Argentina al mundo, de honrar reglas de mercado y de consolidar un marco institucional que brinde previsibilidad y permita al final del día seguir creando valor desde este yacimiento de clase mundial. Desde GeoPark vemos que la oportunidad sigue ahí, intacta. Y en muchos sentidos, se está renovando. Vemos a la Argentina ya no como una promesa, sino como una posibilidad concreta de crecimiento rentable y sostenible. Lo importante, como siempre, será tener claridad de reglas, entender los riesgos, y avanzar con rigor técnico y con visión de largo plazo.