El gobierno acordó el 17 de agosto que el aumento de los combustibles realizado hace dos semanas —se informó una suba promedio del 12,5% en las estaciones de servicio, aunque en algunas regiones del interior el alza fue mayor— será el último hasta el 1 de noviembre. El ministro de Economía, Sergio Massa, presentó la medida como un congelamiento en los surtidores en un intento tardío para intentar anclar las expectativas inflacionarias tras la devaluación del tipo de cambio oficial anunciado el lunes post-PASO.
Ese mismo lunes 14 de agosto, la mayoría de las refinadoras (con la excepción de YPF) ya había incrementado un 25% el precio mayorista del gasoil —en los hechos, el que opera de forma desregulada— luego de que el gobierno aplicará una suba del 22% en el tipo de cambio oficial. Tres días más tarde, el área energética del gobierno dio a conocer el acuerdo verbal entre productores y refinadores que derivó en la suba del 12,5% de las pizarras de las estaciones minoristas. Pero, como la suba en el retail fue inferior que la aplicada en el segmento mayorista, canal donde compran productores agropecuarios y clientes industriales, lo que ocurre hoy es que, contra toda lógica económica, el importe minorista del gasoil es más barato que el mayorista. No es la primera vez que sucede. Algo similar, aunque con características mucho más complejas de administrar, ocurrió a principios de 2022 con la crisis del gasoil, que provocó un faltante en varios puntos del país.
¿Qué empezaron a hacer las refinadoras para transitar de la manera menos caótica posible el congelamiento que les impuso el gobierno? La consecuencia primaria del escenario de precios invertidos —en el que el importe que teóricamente debería ser más caro, hoy es más económico— es el cruce de canales de comercialización porque el incentivo para productores o industrias es conseguir la mayor cantidad posible de gasoil en las estaciones de servicio para hacerse una diferencia frente a lo que cuesta el combustible en el segmento mayorista.
El litro de gasoil grado 2 (común) o Premium en el canal mayorista puede oscilar entre los 360 y los 400 pesos. En el minorista, en cambio, el gasoil común se puede conseguir mucho más barato en bocas de expendio del Conurbano. En algunos casos, hasta a $ 310 por litro. “Hoy la brecha entre el precio minorista el mayorista va del 10% al 15%. No es tan caótico como a principios de 2022, cuando llegó a ser 35%”, explicaron en una empresa.
Cupos
Fuentes privadas explicaron a EconoJournal que las refinadoras empezaron a cuotificar la venta de combustibles en las estaciones de servicio. Eso implica, en la práctica, empezar a fijar cupos a los operadores privados de su red. La idea, lógicamente, es no vender más gasoil que el promedio histórico de cada estación. “Monitoreamos el consumo de cada estación para evitar que se dispare. Asignamos un volumen a cada operación en función de su consumo promedio y vamos monitoreando cuánto comercializa cada operador”, explicaron en una refinadora. “Por lo general, cada empresa conoce su red y sabe qué operadores que pueden consumirse el volumen asignado más rápido que otros”, agregaron.
Estacionalmente, agosto y septiembre son meses en que la demanda mayorista no tira tanto porque el campo está recién encarando un proceso de siembra. La reactivación de la demanda se espera recién a partir del último bimestre del año, con la temporada vacacional, y muy especialmente a fines del primer trimestre de 2024, cuando arranque la cosecha gruesa.
Un comentario
Y a los usuarios mayoristas que no son estacioneros, también les van a aplicar el sobreprecio? Aún con volumenes bajos por motivos de estacionalidad? Me parece que esta es una maniobra de pícaros, que vulneran principios elementales del comercio y de las «concesiones».