Aunque todavía resta atravesar la instancia del escrutinio definitivo, que se llevará adelante esta semana en la Legislatura provincial, todo llevar a pensar que Chubut, uno de los dos mayores polos hidrocarburíferos del país, tendrá un nuevo gobernador. Este domingo, el candidato de Juntos por el Cambio, Ignacio Torres, se impuso -en una muy ajustada elección- al postulante del frente Arriba Chubut, el peronista Juan Pablo Luque. Sin embargo, el intendente de Comodoro Rivadavia no reconoció la derrota y en diálogo con los medios sostuvo que, una vez que se cuenten nuevamente los votos y se analicen los casos recurridos (hubo más de 5000) se terminará imponiendo en los comicios.
En el escrutinio provisorio que finalizó en la madrugada de este lunes, la diferencia entre ambos candidatos fue de menos de 6.000 votos (alrededor de un 1,7% de la masa de votantes), sobre un total de alrededor de 326.019 personas que participaron de la elección (un 66% del padrón). De confirmarse, el resultado generará un cambio de color político en la provincia, gobernada por Mariano Arcioni, que a nivel nacional está identificado con Sergio Massa.
Más allá de enfrentar a nivel general sobre dos temas obligados, como la renegociación de la deuda pública (la más pesada entre todas las provincias cuando se la mide por habitante) a fin de, incluso, poder pagar los aguinaldos de diciembre de este año, y encarar una resolución de la severa crisis educativa que enfrenta, casi de forma estructural, al distrito patagónico, la gestión de Torres tendrá que pivotear en lo energético sobre dos grandes agendas, una de corto y otra de mediano y largo plazo.
Corto plazo
El nuevo gobernador deberá que reconstruir el poder político de Chubut para generar una agenda petrolera que le imprima un nuevo impulso al sector. Allegados a Torres señalaron que es impensable que que la provincia pueda encarar algún tipo de estrategia para definir qué hacer con la emblemática cuenca del Golfo San Jorge, que registra una tendencia a la baja en cuanto a la producción de petróleo por el declino natural de los yacimientos convencionales y el retraimiento de la inversión. Tras la deslucida administración de Arcioni, el primer paso será relegitmar la autoridad política de la provincia. Aún no están claros qué interlocutores designará Torres al frente del Ministerio de Hidrocarburos —hoy a cargo de Martín Cerdá— y tampoco parece haber construido equipo en materia de energía. En algún punto, es una incógnita.
En 2022, por primera vez en 15 años Neuquén dejó en segundo lugar a Chubut como principal provincia exportadora de crudo. En cuanto a inversión, el propio Arcioni reconoció la caída en 2023, con desembolsos totales por US$ 1.300 millones cuando el año pasado había llegado a los US$ 1.900 millones.
En lo concreto, habrá que ver si el nuevo ejecutivo provincial puede recuperar iniciativa para generar una reacción positiva en el sector energético, ya sea potenciando a las compañías que ya están en la histórica cuenca como analizando la alternativa de sumar nuevos jugadores, a priori una opción compleja por la preeminencia de Vaca Muerta.
A largo plazo
A futuro, una segunda clave en materia energética para el nuevo gobernador será encauzar qué lugar puede jugar Chubut en la agenda de transición energética.
La provincia cuenta con uno de los nodos de generación de energía eólica más importantes del país en la zona de Puerto Madryn y Trelew. Allí tiene un recurso calidad mundial. A raíz de eso, Chubut es la segunda provincia con mayor potencia renovable instalada del país. Sin embargo, el nodo está afectado por un enorme cuello de botella respecto a la falta de capacidad de transporte eléctrico que imposibilita el aumento de la generación renovable. Resolver este tema es determinante para el crecimiento de la energía eólica.
La inversión necesaria para ampliar esa capacidad de transporte, como las líneas de transmisión o los transformadores, es muy elevada. Y para peor, la Argentina perdió en las últimas dos décadas el ejercicio de concretar desembolsos en los sistemas de transmisión. En segundo lugar, la ingeniería financiera para llevar adelante esas obras es sumamente compleja, por un lado, por la dificultad para acceder a créditos en dólares por la crisis macroeconómicos y por el otro, porque no es para sencillo —ni del todo económico— descargar en la demanda eléctrica el costo de la ampliación del sistema de transporte.
Frente a ese escenario, si Chubut pretende convertirse en 10 o 20 años en un polo exportador de hidrogeno verde generado por energía eólica desde los puertos de Madryn y Comodoro Rivadavia, el nuevo gobernador deberá ser capaz de articular con la próxima administración nacional la llegada de importantes inversiones en la provincia.
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