El gobierno actualizó este miércoles los ingresos que perciben las empresas generadoras de energía. Será por un total de 53% en línea con la inflación prevista en el Presupuesto 2023, que es muy inferior a la proyección de los economistas privados. La suba será escalonada: un 25% en enero y otro 28% en agosto de 2023. La medida se publicó en el Boletín Oficial a través de la resolución 826. Además, la resolución fija una reliquidación retroactiva de septiembre y octubre de 2022. La última actualización de la resolución 238 autorizada había sido en abril, cuando la Secretaría de Energía habilitó un aumento del 40% también en dos etapas.
El aumento de la remuneración era el principal pedido de empresas generadoras como Pampa Energía, Enel, Central Puerto, AES, Orazul Energy y Albanesi, entre otras, que vienen advirtiendo desde hace tiempo sobre la necesidad de recomponer sus ingresos porque no pueden cubrir los gastos fijos que implica operar sus plantas. Uno de los síntomas que con mayor claridad deja en evidencia esa situación irregular es la elevada cantidad de máquinas fuera de servicio que existen en el parque termoeléctrico.
Según datos que figuran en la página de Cammesa, la empresa que administra el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), la semana pasada se registraron unos 8.401 megawatt (MW) de potencia indisponible. Es decir, casi un 40% del total de la generación térmica de todo el país. Ya es un hecho que buena parte de esas máquinas indisponibles seguirá fuera de juego durante todo el verano por lo que no podrán despacharse los días en que se produzcan los picos de demanda, que esta temporada podrían superar los 29.000 MW según consultores privados.
Fuentes del sector eléctrico explican que como los generadores tuvieron en los últimos tras años una recomposición de sus ingresos que corrió muy por detrás de la inflación se fueron quedando sin recursos para mantener y reparar muchos de los equipos que tuvieron problemas técnicos. Como la caja no alcanzaba, en lugar de comprar repuestos y arreglar las fallas, fueron dejando las máquinas fuera de servicio a la espera de que el gobierno recomponga la remuneración que perciben las empresas.
A este contexto hay que sumar otros factores como la salida de operación de las centrales nucleares Atucha I y II y Embalse y el menor ingreso de gas de Bolivia, que en las últimas semanas complicaron la operación del parque de generación.
Indisponibles
De los 8.400 MW que el sistema no puede utilizar, hay una parte importante que corresponde a máquinas de elevada antigüedad y altamente ineficientes cuya reactivación requiere una inversión que no se repaga por el escaso despacho que tendrían los equipos.
Sin embargo, un número importante de las turbinas de gas y ciclos combinados que hoy está declaradas como indisponibles podría estar activa si la remuneración que perciben las compañías generadoras no estuviese tan atrasada. Son plantas que en la jerga eléctrica se conocen como ‘generación vieja’ cuya remuneración es definida en pesos por el Estado a través de una resolución de la Secretaría de Energía. Esa normativa debería actualizarse en línea con la inflación, pero en los últimos años el Ejecutivo incurrió en demoras que provocaron que las generadoras se queden sin fondos para llevar adelantes mantenimientos preventivos en las usinas. El gobierno actualizó ayer las remuneración incluidas en la resolución 238, pero de cara al verano no hay mucho que pueda hacerse para reducir la alta indisponibilidad.
Según datos de Cammesa, el parque de generación tiene indisponibles máquinas turbovapor (TV) por 3.168 MW; turbogas (TG), por 2.867 MW; ciclos combinados, por 1.610 MW (más por falta de combustibles que por problemas técnicos) y motores diesel, por 756 MW. Aún así, fuentes oficiales explicaron que el sistema cuenta con reservas por unos 3000 MW, aunque no está claro que se cuente con el combustible para operar esas plantas en caso de que se necesite despacharlas y tampoco es segura la confiabilidad técnica de esas máquinas.
Sin mantenimiento
El gobierno de Alberto Fernández no llevó adelante una política que promueva los mantenimientos preventivos ni mayores del parque termoeléctrico. Por eso, si bien de cara a cubrir los picos de consumo que se registran en el verano los mayores problemas se encuentran en el segmento de distribución, en especial en el AMBA, la endeble situación del parque de generación no permite confiarse.
De hecho, la semana pasada, cuando en plena ola de calor se registró un consumo de 28.200 MW a nivel nacional, hubo que importar 1.500 MW de Brasil para cubrir esa demanda porque prácticamente no había más combustible para generar energía en las centrales térmicas locales.