Días atrás el Gobierno Nacional anunció que en breve comenzará la inscripción al Registro de Acceso a los Subsidios a la Energía (RASE). Aseguran que el objetivo es darle orden a las tarifas de luz y gas, como así también identificar cuáles son los hogares que necesitan mantener el beneficio y aquellos que pueden estar exentos.
La segmentación energética de los subsidios se constituye como una decisión gubernamental en la búsqueda de alcanzar «tarifas razonables y justas para el valor de la energía”. Más allá de la polémica por un nuevo aumento que deben soportar el sector productivo y residencial, uno más que contribuye a la galopante inflación, también se reabre el debate sobre el costo real de la energía y las soluciones que se pueden encontrar a un problema de décadas.
El ejemplo de otros países del mundo pone a las energías renovables como una alternativa al problema de las tarifas, ya no pensando en el futuro sino para actuar de inmediato y con resultados comprobables en el presente. Tomás Otaola, ingeniero mecánico y socio fundador de Terba Energy no titubea al afirmar que la utilización de energía solar es el camino definitivo a seguir. Esta apreciación se origina desde la pregunta retórica: ¿Durante cuánto tiempo más en Argentina se van a pagar tarifas bajas que no cubren la generación y distribución de energía?.
El precio promedio del kWh en Argentina es de USD 0.07. Con esta cifra no se llega a cubrir el valor de la materia prima para producirlo y a esto hay que sumarle los costos por el proceso de generación de la energía y la distribución de la misma. En comparación con otros países de la región, Argentina se ubica entre los que menos pagan. Nicaragua está al tope de la lista con USD 0,33 por kWh, seguido por Haití USD 0,28 y Uruguay USD 0,23.
Si se abre la ventana al mundo, la desentonación aún es más notoria. En Alemania se paga cinco veces más por la electricidad (USD 0,35 por kWh) que en nuestro país, mientras que en Dinamarca (USD 0,33), Bélgica (USD 0,32), Italia (USD 0,32), Irlanda (USD 0,31) o España (USD 0,27), la comparativa es similar. Pese a estos números, los aumentos calan hondo y son impagables en muchos casos para empresas y viviendas particulares.
En este punto es donde todos los faroles apuntan a las energías renovables como un factor determinante para el equilibrio económico. Desde Terba Energy comercializan soluciones integrales que se adaptan a las necesidades del productor industrial, también del agropecuario como así también para el sector residencial. Esta opción es más que importante no solo a la hora de hablar del ahorro en el consumo de energía, fuente fundamental para cualquier actividad, sino también en términos de concepción de una empresa que definitivamente tiene que tener al cuidado medioambiental como una de sus prioridades para ubicarse correctamente en el siglo XXI.
Los sistemas On Grid son equipos solares que trabajan en conjunto con la red eléctrica, capta la energía del sol, la transforma en una corriente eléctrica contínua. Además, administra la potencia y acopla la energía de los paneles con la de la red. En tanto, los sistemas Off Grid pueden trabajar de manera autónoma y sin necesidad de contar con energía de red; o pueden trabajar junto con ella o con un generador. Esto otorga la ventaja de ampliar las capacidades del sistema, reemplazar grupos electrógenos de back up y permanecer con energía pese a que haya cortes o interrupciones en el suministro.
La utilización de paneles solares para ahorrar en costo y producir energía es una práctica habitual en otros países del mundo, aunque vale resaltar que en Argentina estas experiencias ya comienzan a multiplicarse como consecuencia de dos cuestiones a considerar: la necesidad de ahorrar en tarifa y la consolidación de la idea de que es necesario un cambio de paradigma.
El caso Córdoba: tarifas más caras y alta inyección de energía a la red
Córdoba es un caso emblemático en el país ya que es una de las provincias en donde más caro se paga la tarifa de electricidad y al mismo tiempo reúne más de la mitad de la potencia solar instalada en la red de energía. La correlación entre tarifas altas, necesidad de ahorro y producción de energía renovable es más que evidente.
Cabe destacar que el Régimen de Fomento a la Generación Distribuida de Energía Renovable Integrada a la Red Eléctrica Pública, se creó en el país mediante la Ley N° 27.424. Allí se establece el marco regulatorio para que todos los ciudadanos conectados a la red eléctrica puedan generar energía para su autoconsumo en hogares, PyMEs, grandes industrias, comercios, producción agrícola, entes públicos y organismos oficiales, entre otros.
Según la actualización de Abril de 2022 del Régimen de Generación Distribuida, Córdoba capta el 60% de la energía instalada en todo el país. Seguido muy de lejos por Buenos Aires con 11%, CABA con el 9%, Mendoza 8%, San Juan 5% y La Pampa 3%. De ese universo, se puede señalar que la mayor cantidad de casos son usuarios generadores residenciales (461 trámites), pero al hablar de potencia instalada el sector comercial e industrial saca ventaja (7.289,6 kWh de los 12.060 kWh totales).
La provincia gobernada por Schiaretti es una de las cinco provincias con las tarifas más caras en todo el país. En base a un consumo mensual de 300 kWh se paga aproximadamente $2.970. En esa misma órbita se ubica Santa Fe donde se abona en promedio $ 2.627, Chubut $ 2.460 y Salta $ 2.394. Solo es superada por Neuquén que con una tarifa de $4.078 está en primer lugar en todo el país.
De esta manera queda en evidencia que mientras más se acercan los valores al precio internacional de la electricidad, hay más conciencia y necesidad de ahorro. Indefectiblemente el usuario generador de energías renovables termina dando un salto evolutivo de cara a los tiempos que corren y se asegura con una inversión inicial una victoria contra las subas constantes de tarifas y el peligro latente que significan variables incalculables debido a la inestabilidad de la economía del país.
Consultado por esa inversión inicial que debe hacer el usuario, Otaola especifíca que el retorno de inversión varía de tres a diez años dependiendo de la zona del país, la distribuidora que suministra la energía y las líneas de créditos a la que el usuario acceda.
En ese mismo punto, es importante destacar que la ley 27.424 otorga un beneficio impositivo a las empresas de $45 000 por kWh instalado, teniendo como tope hasta $3.000.000. Si a esto se le suma lo ganado por la inyección de la energía sobrante no utilizada, los tiempos de retorno de inversión pueden ser más cortos.
La idea de poder congelar el precio del valor de la energía por décadas es tentadora y una variable a considerar fundamentalmente en la economía del sector productivo del país. Surge una oportunidad en medio de la crisis, una constante en el país.