La Junta de Gobierno del Movimiento Popular Neuquino cerró anoche sin festejo. La militancia que desde la tarde del domingo se había concentrado en las puertas del edificio del partido provincial con carteles, remeras y estrellitas azules hizo un esfuerzo para celebrar, pero los candidatos entendieron que se trató de una derrota.
El senador y líder petrolero, Guillermo Pereyra, quedó con este resultado a un paso de perder su banca y dejar al partido que gobierna Neuquén sin representación en la Cámara Alta por primera vez en su historia. La lista que encabezó el dirigente resultó presa de la polarización nacional y reunió poco más del 19%, detrás de la lista de Juntos por el Cambio, que cosechó un 24%. El ganador fue, como en el resto del país, el Frente de Todos, que festejó con Oscar Parrilli a la cabeza un contundente 35% que lo dejará en posición para disputar dos de las tres bancas neuquinas en el Senado cuando lleguen las generales de octubre.
Desde el oficialismo provincial intentaron llevar calma durante la tarde mientras la ansiedad por los resultados que no llegaban carcomía los nervios de la militancia. Los mensajes que se ocuparon de filtrar las máximas cabezas del partido apuntaban a repuntar la diferencia revirtiendo los votos nulos que dejaron los comicios y en reforzar la estrategia de enseñanza al votante para evitar los errores que se vieron en el cuarto oscuro: más de una boleta en la categoría de diputados y senadores, cortes mal hechos, confusión.
Con los resultados oficiales en la mano, Pereyra habló de “empate técnico”. En público, la arenga para la militancia fue que no está todo dicho, que en el interior hubo una buena performance y que ajustando un poco más la campaña se llegará al resultado esperado.
En privado, la sensación era otra y la exteriorizaron las caras del gobernador, Omar Gutiérrez, y de su antecesor, Jorge Sapag.
Ya el jueves, en la antesala de la veda, los armadores de la campaña auguraban que un tercer puesto implicaba una virtual derrota. “Nos come la polarización, nadie va a tirar su voto en octubre”, decían. El peor escenario se confirmó.
Pereyra, que mantiene el poderío del sindicato de Petroleros Privados hace más de 30 años, ha sabido capitalizar su lugar en el Senado como un “mostrador” más para negociar en pleno auge de Vaca Muerta. Su banca actúa también como un puente entre el gobierno provincial y la Nación porque no comparten el mismo signo político.
El dirigente dijo este domingo, en la improvisada conferencia de prensa que dio en las puertas de la Junta de Gobierno partidaria, que los tiempos para las alianzas formales ya estaban vencidos, aunque no descartó la posibilidad de un “acompañamiento” hacia alguna de las fórmulas nacionales.
Lo contrario a lo que hizo el MPN en esta elección -contrario, también, a su tradición de partido provincial independiente de los vaivenes nacionales- pero lo necesario, quizás, para sobrevivir en octubre. Ahora bien, ¿a quién podría acompañar un dirigente que ha sido confeso antikirchnerista y a la vez crítico del gobierno de Mauricio Macri y abanderado contra la reforma laboral? ¿En qué posición quedaría Gutiérrez frente al gobierno central si su candidato intentara un acercamiento a la fórmula de Alberto Fernández?
Pereyra advirtió que, cualquiera fuera la decisión, sería algo que le correspondería a la Convención del partido, hoy presidida por un intendente del interior y hombre de confianza del gobernador. En el Frente de Todos analizaron que muchos afiliados al MPN votarán a la fórmula kirchnerista y hasta se permitieron bromear con que su boleta lleva como candidata a segunda senadora a la afiliada más reconocida que tiene ese partido: Silvia Sapag, la hija del cinco veces gobernador de Neuquén, don Felipe.
Con el 85,51% que se llegó a escrutar anoche en el recuento provisorio, Pereyra reunió poco más de 58.000 votos propios. Su competidor en la interna del partido, Hugo Rauque, le sumaría en octubre otros 7.500, si acaso el traslado fuera lineal.
La lista de Juntos por el Cambio que encabezó el intendente de Neuquén capital, Horacio Quiroga, llegó a más de 81.400 con una campaña que no derramó una gota de sudor, a diferencia de la de Guillermo Pereyra que demandó frenéticas giras en el interior, el reparto de 600.000 sobres con la boleta del partido y una asamblea multitudinaria en Añelo para dirigir el voto de más de 20.000 trabajadores petroleros.
Parrilli, del Frente de Todos, lo aventajó al líder sindical, fundamentalmente por arrastre de la boleta presidencial, por exactamente el doble de votos: más de 117.000.
A Pereyra le queda refugiarse en la victoria que obtuvo en una de las principales ciudades petroleras de la provincia, Rincón de los Sauces, donde su boleta se posicionó primera en la categoría de senadores con más del 47%, pese a que el Frente de Todos fue el que se impuso en la presidencial, con un 31%.
Donde no pudo penetrar fue en Añelo, la meca de Vaca Muerta: se quedó con un segundo puesto pero no pudo vencer a la opción kirchnerista, que arrasó con el 42% en la categoría local y trepó a más del 55% con la boleta de Alberto Fernández. Tampoco logró imponerse en Cutral Co y Plaza Huincul, donde se repitió la tendencia general y el MPN resultó tercero.