La Argentina comenzó a importar energía eléctrica del Brasil, tanto desde represas bajo el programa de intercambio como así también desde centrales térmicas. Las lluvias en el sur brasileño mejoraron considerablemente los niveles de agua en los embalses hidroeléctricos y abrieron la posibilidad de exportar energía. La mayor capacidad de generación en Yacyretá y Salto Grande y la importación de energía desde el país vecino equivalen al volumen de gas que aportaría un tercer buque regasificador.