La transición energética es uno de los principales ejes temáticos en la agenda de trabajo de la Secretaría de Energía de la Nación, al igual que el ahorro de energía, el consumo responsable, la explotación de Vaca Muerta, el fortalecimiento de la infraestructura de transporte, la exploración offshore y la generación nuclear. Así lo aseguró la titular del área, Flavia Royón, al presentarse en el panel ‘Transición Energética – Articulaciones público-privadas como desafío y oportunidad para la Argentina y la región’, durante el primer Foro de Transición Energética Sostenible celebrado en la ciudad chubutense de Comodoro Rivadavia.
A su entender, la producción de hidrocarburos no necesariamente colisiona con la necesidad de diversificar la matriz de energía. “Hay que considerar que casi un 30% de la generación energética global todavía procede del carbón. En ese sentido, la Argentina todavía tiene mucho por ofrecerle al mundo en favor de la transición”, puntualizó. La premisa para el país, especificó, es que dicha transición sea justa, asequible y sostenible en el tiempo. “Asimismo, debe tener en cuenta la realidad productiva y macroeconómica nacional”, apuntó.
Promover la transición energética, indicó, no sólo es garantizar certidumbres para la inversión, sino también involucrar al sistema tecnológico y científico, a la industria y a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) locales en la cadena de valor. “No apuntamos a exportar únicamente energía y combustibles, sino también productos y servicios especializados”, reveló.
Consultada por el moderador Rodrigo Vázquez, asesor del Programa de Energías Renovables y Eficiencia Energética de GIZ Chile, acerca del proyecto de Ley de Hidrógeno, Royón resaltó la labor llevada a cabo en conjunto con la Secretaría de Asuntos Estratégicos y la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo. “Adicionalmente, estamos trabajando en el Plan Estratégico para el Desarrollo del Hidrógeno, entendiendo que debe haber una hoja de ruta para materializar lo dispuesto por la ley, dándole a los inversores la seguridad jurídica y fiscal que necesitan, y priorizando el trabajo argentino”, recalcó.
Desde su perspectiva, ninguna propuesta será viable sin licencia ambiental y social. “Los problemas macroeconómicos de la Argentina constituyen un riesgo para la inversión en energía. Pero ningún riesgo es mayor que la falta de validación social”, sentenció.
Nuevas normas
Cuando el marco legal para el desarrollo del hidrógeno en el país estaba próximo a vencer, Gustavo Menna, ex diputado nacional por Chubut, se propuso renovarlo. “El régimen vigente había nacido en 2006, a la par de la ley para fomentar los biocombustibles, en consonancia con los compromisos internacionales asumidos por la Argentina para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)”, recordó.
En 2019, detalló, el Congreso de la Nación estableció los presupuestos mínimos para morigerar los efectos del cambio climático global. “No obstante, a fin de avanzar en la transición energética se necesitan nuevas normas. La buena noticia, en ese sentido, es que tenemos diversos proyectos de leyes con estado parlamentario, incluyendo el de mi autoría”, avisó.
Tal como sucedió con la Ley de Energías Renovables, ejemplificó, hay que dejar de lado las disidencias políticas para estimular el desarrollo industrial del hidrógeno, con foco en el hidrógeno verde que no deja huella de carbono. “Las medidas de promoción deberían orientarse a la integración de partes locales y a la superación de las diferencias de competitividad en los costos”, señaló.
Dos pilares
A decir de Graciela Misa, secretaria del Comité Argentino del Consejo Mundial de Energía (CACME), el diseño y la aplicación de nuevas tecnologías de desarrollo energético deben tener como metas finales el bienestar de la población y el cuidado del planeta. “Los dos pilares fundamentales de este proceso son la humanización y la alfabetización de la energía. El primer concepto alude al protagonismo del consumidor a la hora de favorecer la eficiencia energética. El segundo, en tanto, a los procesos educativos necesarios para potenciar la demanda responsable, en todos los niveles, a escala mundial”, argumentó.
Hoy se percibe como natural que al tocar un interruptor se encienda una luz, comentó, ignorando la verdadera complejidad del proceso que lo permite. “Por lo general, la gente no sabe cómo funciona una línea de alta tensión, un sistema de gasoductos o uno de oleoductos”, advirtió.
Otra premisa clave es la integración, añadió, aspecto que en su opinión no se limita a las instalaciones físicas vía redes eléctricas o gasoductos, sino también a la sanción de normativas supranacionales. “Para ampliar la integración regional no alcanzará con regulaciones meramente locales”, cuestionó.
Señales claras
De acuerdo con Pablo Tello, asesor técnico del Proyecto Descarbonización de GIZ Chile, por estos días el sector privado reclama certezas fiscales y normativas que se prolonguen en el largo plazo. “Lo que necesitan los inversores, básicamente, es claridad sobre cómo se desenvuelven los proyectos en cada país. Los desarrolladores no pueden tener por delante 20 puertas a las que golpear para asesorarse al respecto, necesitan una ventana única”, subrayó.
Es crucial, a su criterio, que las naciones que buscan inversiones extranjeras adopten una estrategia bien definida sobre cómo insertarse en el mercado mundial. “La Argentina, por caso, no puede desaprovechar el enorme potencial que posee para producir hidrógeno y fuentes energéticas renovables”, enfatizó.
Resulta gratificante, manifestó el experto, que ya se encuentre en marcha el primer proyecto latinoamericano de hidrógeno. “De cara al futuro, hay que alentar la potenciación del hidrógeno verde a nivel local y regional”, concluyó.