Especialistas y funcionarios principalmente sudamericanos analizaron el potencial del hidrógeno en Latinoamérica, en un webinar organizado por The Oxford Institute for Energy Studies y la Fundación Torcuato Di Tella. Entre los puntos más salientes, los expositores destacaron el potencial para producir y exportar hidrógeno bajo en carbono y la importancia de las políticas por el lado de la demanda para incentivar el crecimiento de esta industria.
El hidrógeno es un vector energético con gran potencial para descarbonizar las actividades y sectores en los que no existen mejores alternativas. La Unión Europea, Estados Unidos y muchos otros países están impulsando su adopción para nuevos usos, principalmente como insumo para descarbonizar procesos industriales pero también como vector flexible para acompañar la generación variable de las energías renovables y como combustible para transporte pesado de larga distancia.
En Sudamérica, gobiernos y empresas vienen tomando nota y trabajando en agendas para impulsar la producción, uso y exportación de hidrógeno. El Oxford Institute for Energy Studies (OIES) publicó en agosto un reporte sobre la actualidad, las oportunidades y los desafíos del hidrógeno en Latinoamérica. En conjunto con la Fundación TDT, reunieron a especialistas y funcionarios sudamericanos para compartir su visión sobre el panorama del hidrógeno la región, los avances que se están logrando, cuáles son las principales expectativas y los desafíos más importantes para el desarrollo de esta área de la energía.
Reporte del OIES
Mariano Berkenwald, especialista internacional en energía y coordinador del programa para las transiciones energéticas limpias de la Agencia Internacional de la Energía, abrió las exposiciones introduciendo las claves del informe del OIES. “Uno de los hallazgos del informe es que debido a los abundantes y competitivos recursos renovables y no renovables de la región, la región podría producir más hidrógeno bajo en carbono del que podría consumir a largo plazo y convertirse en un actor importante en la energía global”, destacó Berkenwald.
El informe constata que más de diez países de América Latina han publicado o están en proceso de preparar estrategias energéticas nacionales o hojas de ruta en materia de hidrógeno. “Esto se complementa con una cartera bastante impresionante de anuncios de proyectos de hidrógeno con bajas emisiones de carbono. Incluye un puñado de proyectos a escala de GW para generar hidrógeno a partir de electricidad renovable y exportarlo”, señaló el experto.
La expectativa por exportar hidrógeno es alta, pero Berkenwald advierte que esta no es la única región del mundo con potencial para producir hidrógeno competitivo y exportarlo. Australia, Medio Oriente y África del Norte son otros lugares también con potencial. Por otro lado, un enfoque volcado únicamente a la exportación haría perder de vista que el hidrógeno también puede tener como destino los mercados domésticos, en la descarbonización de usos energéticos que están fuera del alcance de la electrificación, principalmente en la industria y también en ciertas aplicaciones de transporte. “También puede integrar aún más las energías renovables en las redes eléctricas al proporcionar cargas flexibles y almacenamiento estacional a largo plazo”, ejemplificó.
Incentivos por el lado de la demanda
La creación de demanda para el hidrógeno es un aspecto central de la discusión pero que no se esta abordando lo suficiente. El hidrógeno bajo en carbono, ya sea verde o azul, es más caro en la actualidad que el hidrógeno común o gris, por lo que es necesario implementar políticas tanto del lado de la producción como de la demanda, según Berkenwald. “Si bien hay mucho entusiasmo por los proyectos de producción a gran escala, muchos de ellos con el objetivo exclusivo de exportar hidrógeno a partir de electricidad renovable, el lado de la demanda no está recibiendo tanta atención en América Latina”, advirtió.
La necesidad de políticas activas es más clara al considerar todo lo que aún falta para impulsar una industria del hidrógeno bajo en carbono, en comparación con la industria de las energías renovables. “Mientras que las turbinas eólicas y los paneles solares producen electricidad, basándose en la demanda existente, así como en el mercado y la infraestructura existentes, el hidrógeno necesitará desarrollar cadenas de valor completamente nuevas. No se trata solo de la oferta, se trata de la demanda, del desarrollo del mercado y de la infraestructura y la proeza tecnológica que se necesitarán para hacer esto realidad. A diferencia de la energía solar y eólica, el hidrógeno bajo en carbono depende de muchas tecnologías que aún no están técnicamente maduras”, explicó.
Visiones desde Argentina, Brasil y Chile
También se escucharon opiniones de especialistas y funcionarios desde Argentina, Brasil y Chile, que aportaron distintas miradas sobre los puntos de partida, desafíos y oportunidades para el desarrollo del hidrógeno en cada país.
Luciano Caratori, investigador principal de la FTDT y ex subsecretario de Planeamiento Energético de la Nación, destacó que los abundantes recursos renovables y de gas pueden volver a Argentina competitiva en hidrógeno verde y azul, aunque los altos costos del capital y el reducido acceso al financiamiento son problemas a resolver. Otra cuestión señalada fueron los subsidios a la energía, que terminan dificultando la fijación de precios del carbono.
Caratori coincidió en la importancia de las políticas por el lado de la demanda. “Como mencionó Mariano antes, se trata de tener la demanda. Como hemos visto en los gráficos finales de consumo total de energía (en Argentina), existe un mercado interno limitado en el mediano plazo debido a que existe una importante penetración de gas natural, que podría complementarse con hidrógeno”, marcó.
Argentina consume algo más de 300.000 toneladas anuales de hidrógeno. Caratori estima que el 10% del consumo final de energía del país podría ser servido con 2 millones de toneladas anuales de hidrógeno. Por el lado de las exportaciones, las largas distancias con los mercados de colocación y los altos costos de transporte empujan “la necesidad de ganar competitividad en la fase de producción para poder competir en el mundo”.
También agregó que incidirá el tipo de hidrógeno que el cliente desee comprar. “Depende de lo que pida el cliente. No está comprando solo hidrógeno, lo está comprando con sus metadatos, y esos metadatos incluyen el contenido del proceso para obtenerlo. Según las definiciones de la demanda y si finalmente decide ir más hacia la neutralidad tecnológica a medida que se descarboniza, podríamos ver desarrollos paralelos no solo para el hidrógeno verde sino también para el hidrógeno azul. Por lo tanto, es probable que exista primero la demanda de hidrógeno para las exportaciones y, en segundo lugar, la demanda interna para la exportación de productos neutros en carbono”.
Desde Brasil, Thiago Barral Ferreira, CEO de la empresa estatal EPE, contó que en agosto el Consejo Nacional para la Política Energética anunció el programa nacional de hidrógeno y remarcó que existen proyectos de producción de hidrógeno a gran escala bajo estudios de factibilidad por U$S 22.000 millones, concentrados principalmente en el noreste del país. “Estos son proyectos a escala de gigavatios. Todavía tienen que abordar el lado de la demanda para ver la viabilidad económica del proyecto”, agregó. Brasil tuvo un pico de producción de 900.000 toneladas de hidrógeno en 2010 y hoy se encuentra produciendo 600.000, debido a una menor producción de fertilizantes.
A su turno, Francisco López, viceministro de Energía de Chile, ponderó la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde publicada y puesta en marcha en 2020. Chile busca alcanzar su pico de emisiones en 2025 y se comprometió alcanzar la neutralidad de carbono para 2050. El Desarrollo de la industria del hidrógeno verde es uno de los cuatro pilares para cumplir con esa meta y buscan impulsarlo con energía renovable a bajo costo. “Solo en 2021 sumamos 6 GW. Los recursos renovables nos permiten tener precios de la energía competitivos, como se vio en las licitaciones. Se adjudicaron precios de 23.8 dólares por MWh. Tenemos el potencial para tener el hidrógeno verde más barato del planeta, ubicándose los costos de producción por debajo de 1 dólar por kilo de hidrógeno para el 2030”, explicó.