La devaluación complica los planes de la petrolera Raízen que el 1º de octubre se hará cargo del negocio de refinación y venta de combustibles de Shell. El plan del gigante brasileño, del cual es accionista la propia petrolera anglo-holandesa, era desembarcar en el negocio del downstream con una marca fuerte como la de Shell a fin de ampliar su market share en la Argentina. La iniciativa contempla incluso la posibilidad de incorporar entre 100 y 150 estaciones de servicio en un plazo de tres a cinco años, según indicaron a EconoJournal fuentes cercanas a la empresa brasileña. Sin embargo, la suba del dólar complicó a las refinadoras que no están integradas porque los precios actuales de los combustibles en el mercado local no alcanzan a cubrir los costos de su materia prima. En concreto, los precios de las naftas y gasoil en surtidores no son suficientes para que empresas como Shell y Trafigura paguen el precio del crudo que exigen sus proveedores del petróleo.
Shell anunció en abril que le vendió a Raízen parte de sus activos en Argentina por 950 millones de dólares. La firma brasileña es un joint venture establecido en 2011 entre Shell (50%) y Cosan (50%), es una empresa líder en producción de azúcar, etanol y bioenergía en Brasil.
La operación incluyó la refinería de Buenos Aires, unas 645 estaciones de servicio, los negocios de combustibles marítimos, combustibles de aviación, asfaltos, químicos y lubricantes, así como las actividades de suministro y distribución en el país. La operación no incluyó el negocio de upstream de Shell en la formación Vaca Muerta. De este modo, Shell se retirará de la gestión del downstream, donde permanece solo como accionista de Raizen, y se concentrará en la extracción de hidrocarburos no convencionales. Su plan es concentrarse en las áreas Tierras Blancas, Águila Mora y Cruz de Lorena donde apuesta a producir 40.000 barrilles por día de shale oil (petróleo no convencional). Además, opera otras dos que aún están en un estadío más temprano de desarrollo, como Coirón Amargo Sur junto a Pluspetrol y Bajada de Añelo con YPF, y participa en otras dos, operadas por Total Austral: Rincón de las Cenizas y La Escalonada.
Los cambios se van a oficializar el 1 de octubre cuando Teófilo Lacroze pase a ser presidente de Raízen Argentina (en la actualidad es presidente de Shell Argentina) y Sean Rooney asuma la presidencia de Shell Argentina.
La operación sigue adelante tal como estaba prevista, pero desde que se realizó el anuncio en abril el escenario cambió radicalmente. El año pasado, Shell incrementó la importación de petróleo para refinar en el mercado local en línea con la apertura del mercado que incentivó el gobierno de Mauricio Macri, pero en los últimos meses los precios de los combustibles en el país no acompañaron la fuerte suba del dólar que desde comienzos de abril trepó de 20,45 a 28 pesos (37%) en el mercado minorista, llegando a tocar un pico de 30 pesos. En el sector estiman que aún permanecen un 20% por debajo de la paridad de importación.
En el nuevo contexto, la importación dejó de ser rentable y Shell debe negociar la compra de crudo con los productores locales. El problema es que los productores se resisten a vender por menos de 67 dólares el barril, cifra que llegó a convalidar YPF en las últimas semanas, una compañía integrada que produce crudo en el país, pero que también compra en el mercado. Con ese costo del petróleo a Shell los números no le cierran porque no puede trasladar el costo a precios en su totalidad. Si bien el mercado está desregulado, YPF controla el 55 por ciento del mercado de combustibles y sus precios operan como un ancla en el mercado. Por lo tanto, si se vende muy por encima de los valores que ofrece la petrolera nacional la consecuencia inmediata será una pérdida de market share, que es precisamente lo que Raízen pretende evitar.