
La Cuenca del Golfo San Jorge se enfrenta a un desafío de reconversión productiva. Tras más de 100 años de explotación petrolera, su producción cayó un 33% en gas y un 20% en petróleo entre 2017 y 2025, con un fuerte impacto en el empleo directo, indirecto y en las regalías que perciben los gobiernos provinciales de Santa Cruz y Chubut.
Un informe del centro de estudios Fundar, titulado “Comodoro Rivadavia y el fin de un ciclo”, explora las posibilidades de reconversión que tiene la región en este contexto tan difícil y advierte sobre los riesgos de una transición fallida como la que ocurrió luego de la privatización de YPF en la década del 90.
“La experiencia internacional y argentina muestra que, aunque el momento del agotamiento no es previsible, los impactos que genera suelen repetirse y agravarse cuando no hay anticipación. Este documento busca recuperar esas lecciones, sistematizar la evidencia disponible y contribuir a una toma de conciencia informada sobre la urgencia de actuar antes de que los costos sociales y territoriales se vuelvan irreversibles”, remarcan Nicolás Sidicaro, Ana Julia Aneise, Juan Martín Argoitia, Carola della Paolera, Carlos Freytes y Daniel Schteingart.
Antecedente trágico
La experiencia argentina muestra que, sin planificación, el agotamiento o reconfiguración de modelos económicos basados en recursos naturales puede derivar en crisis de múltiples dimensiones. Un antecedente claro es la crisis económica, social y política que provocó la privatización de YPF en esta región.
La crisis de los 90 no fue provocada por el agotamiento del recurso sino por una reestructuración de la empresa, pero los efectos que provocó coinciden con aquellos generados por el declive de la producción y, según Fundar, permite anticipar los riesgos que supone no abordar el problema a tiempo.
Entre 1990 y 1995, la dotación de personal de YPF se redujo de aproximadamente 51.000 a 5700 trabajadores, lo que implicó la desvinculación de más del 85 % de la plantilla mediante despidos, jubilaciones anticipadas y retiros voluntarios. Es proceso impactó de lleno en las localidades de Cutral Có y Plaza Huincul (Neuquén); Tartagal, General Mosconi (Salta) y Comodoro Rivadavia (Chubut).
El trabajo de Fundar recuerda, por ejemplo, que en Comodoro Rivadavia YPF pasó de representar el 22,8% al 1,9% de la ocupación entre 1990 y 1993, la desocupación urbana trepó hasta alcanzar el 14,8% y la subocupación se duplicó llegando al 7,8 por ciento. La pérdida masiva de empleo erosionó pilares centrales del tejido social y del bienestar local.
El informe rememora que, frente a ese escenario completo, no hubo una respuesta sistemática, ni por parte del Estado ni de la empresa, para gestionar los impactos de la retracción del sector. Las capacitaciones ofrecidas tuvieron baja relevancia ocupacional y el cuentapropismo se convirtió en la principal vía de reinserción, con ingresos precarios y escasa protección social.
A su vez, mucho de esos emprendimientos –financiados fundamentalmente con el dinero de las indemnizaciones— fracasaron y la falta de respuestas institucionales derivó en las “puebladas” de Cutral Có-Plaza Huincul y Tartagal-General Mosconi (1996–1997).
Declive del Golfo San Jorge
El declive actual del Golfo San Jorge es la contracara directa del auge de Vaca Muerta. Ante recursos finitos, tanto humanos como de capitales, las grandes operadoras, con YPF a la cabeza, han optado por desinvertir en sus activos menos rentables para concentrar sus esfuerzos en el no convencional, donde el retorno es significativamente mayor.
“Este redireccionamiento del capital ha provocado un éxodo de empresas de servicios, desmantelando el ecosistema productivo que sostenía a la cuenca, inaugurando de esta manera el proceso de bust en la región”, destaca el informe de Fundar. “La salida de Halliburton y Schlumberger es un síntoma alarmante. Estas compañías no sólo proveen empleo, sino también la tecnología y el conocimiento especializado necesarios para la operación. Su partida indica que, desde una perspectiva de mercado, no avizoran un futuro rentable en la región”, agrega el texto.
Como consecuencia del auge de Vaca Muerta y la desinversión en las cuencas maduras convencionales, entre 2015 y 2025, el empleo en el sector hidrocarburífero cayó un 17% en Chubut y un 35% en Santa Cruz.
La reducción del empleo y la masa salarial en el Golfo San Jorge va acompañada de un impacto directo en las finanzas provinciales. Según datos de la Subsecretaría de Coordinación Fiscal Provincial del Ministerio de Economía de la Nación, las regalías representaron el 13,8% del total de ingresos de Santa Cruz en el primer semestre de 2025 —tanto de origen provincial como nacional—, mientras que en Chubut este porcentaje alcanzó el 17,4 por ciento.
“Esto implicó una pérdida del 30% del valor real de las regalías para Santa Cruz y un 19% para Chubut. Esta disminución afecta directamente la capacidad de ambas provincias para proveer servicios públicos y desarrollar programas de transición ante la crisis hidrocarburífera”, remarca Fundar.
Además, es probable que los ingresos por regalías continúen cayendo porque las estrategias para atraer nuevas inversiones petroleras suelen incluir reducciones de ese impuesto como mecanismo para ganar competitividad.
Oportunidades
Pese a ello, lo que remarca Fundar es que la transformación productiva que está atravesando la Cuenca del Golfo San Jorge, con Comodoro Rivadavia como epicentro, puede ser transitada de distintas maneras: como la mera consecuencia del proceso de cambio en la orientación de las inversiones hidrocarburíferas o como una oportunidad de reconversión productiva orientada por políticas específicas, de forma tal de lograr un nuevo contrato territorial más justo, resiliente y sostenible.
“El desafío no es simplemente administrar el final de un ciclo, sino redefinir el modelo de desarrollo regional sobre nuevas fuentes de valor y cohesión social. Esto exige liderazgo político, continuidad institucional y mecanismos de aprendizaje y monitoreo que permitan ajustar las políticas en el tiempo”, remarcan.
El informe destaca que, desde el punto de vista de los recursos naturales, la cuenca cuenta con diferentes actividades con gran potencial, fundamentalmente una fuerte presencia del sector pesquero y regiones cercanas con potencial en minería, energías limpias (sobre todo eólica) y, a futuro, en hidrógeno de bajas emisiones.
“La extensa base de proveedores de la industria hidrocarburífera, luego de 100 años de explotación, abre oportunidades para reconvertir capacidades hacia el mantenimiento industrial y los servicios tecnológicos, así como para impulsar el desarrollo de la industria química”, subraya también Fundar.
El listado de oportunidades que detalla el centro de estudios incluye además el sector turístico, “con potencial para desarrollarse, especialmente en torno al avistaje de fauna en áreas cercanas a Comodoro Rivadavia, como la pingüinera de Camarones y el avistaje de ballenas en los meses previos al invierno”.
Fundar sostiene también que la región cuenta con un fuerte potencial en lo que refiere a la extracción petrolera de los pozos en desuso convencionales a partir de técnicas de recuperación mejorada. “Para ello se requiere la masificación de las tecnologías vinculadas a dicho proceso, así como trabajar en la reducción de los costos asociados a las explotaciones”, dice el texto, que valora los esfuerzos para lograr una reducción de la carga impositiva de la actividad, siendo el caso de la eliminación de los derechos de exportación a los hidrocarburos convencionales el punto más destacado
Tres movimientos
Fundar advierte por último que este potencial no se materializará de manera automática. Su aprovechamiento exige tres movimientos complementarios que combinen visión estratégica, coordinación institucional y acción concreta:
- Anticipar los posibles escenarios de transformación. Es necesario contar con diagnósticos tempranos sobre las trayectorias productivas y los impactos sociales, fiscales y territoriales del declive. Estos deben servir para orientar de manera oportuna las decisiones de inversión, formación laboral y ordenamiento territorial, evitando que la fase de declive se consolide antes de que existan respuestas planificadas.
- Coordinar entre niveles de gobierno y actores locales. Ello supone delimitar con precisión los roles, competencias y responsabilidades institucionales, y generar instancias de participación temprana y sostenida que integren a sindicatos, empresas, universidades y organizaciones sociales. Un proceso de este tipo permite que las medidas no sean percibidas como decisiones externas, sino como el resultado de una construcción colectiva asociada a las prioridades y capacidades de la región.
- Activar la transición en el territorio. Esto requiere combinar acciones inmediatas para mitigar los efectos sociales del declive (a través de políticas activas de empleo, formación y apoyo a emprendimientos locales) con estrategias de mediano plazo orientadas a sentar las bases de un nuevo modelo productivo. La prioridad es identificar sectores con potencial y canalizar hacia ellos los recursos públicos y privados mediante instrumentos de fomento, financiamiento y desarrollo de capital humano.























