
La estructura energética argentina atraviesa una restricción persistente asociada a la elevada dependencia del gasoil importado para abastecer el transporte pesado, la logística interprovincial y parte significativa de la actividad productiva. Esta dependencia genera vulnerabilidades macroeconómicas y estratégicas que se profundizan cada vez que el mercado internacional experimenta disrupciones, como ocurrió en 2022.
Reducir esta exposición exige avanzar hacia un esquema que aproveche con mayor intensidad los combustibles cuya producción es predominantemente doméstica.
Además de los beneficios económicos, la sustitución por gas natural licuado (GNL) permitiría reducir en torno al 19% las emisiones de CO₂ en ciclo completo y disminuir hasta un 80% los óxidos de nitrógeno (NOx), eliminar casi por completo las partículas (PM) y los óxidos de azufre (SOx), mejorando la calidad del aire en corredores logísticos clave. El potencial se amplía con el uso futuro de bio-GNL, que podría alcanzar reducciones superiores al 60%.
Los datos consolidados de 2024 indican que las importaciones de gasoil ascendieron a US$ 1.088 millones CIF, equivalentes a 1.515 millones de litros de combustible adquirido en el exterior. El precio promedio abonado fue de US$ 1,40 por litro. Esta erogación representa una salida neta de divisas que impacta directamente en la balanza comercial energética, motivo por el cual incluso sustituciones parciales mediante gas natural producido internamente generan beneficios apreciables para la estabilidad externa del país.
Según experiencias internacionales, la diferencia de inversión inicial en camiones a GNL puede recuperarse en un plazo de 2 a 4 años, dependiendo del kilometraje anual y la brecha de precios entre diésel y gas. En Argentina, donde el gas natural es abundante y competitivo, el período de repago podría ser incluso menor si se implementan incentivos fiscales y líneas de financiamiento específicas.
La aplicación de los coeficientes de conversión energética disponibles permite estimar que sustituir 30% del gasoil importado equivale a reemplazar aproximadamente 432 millones de m³ de gas natural comprimido (GNC).
A precios mayoristas internos, el costo asciende a US$ 188,3 millones, frente a los US$ 326,3 millones que implicaría importar el volumen equivalente de gasoil. La diferencia genera un ahorro anual cercano a US$ 138 millones, coherente con lo observado en estudios internacionales. En el caso argentino, el GNL o GNC suele ser significativamente más barato que el diésel importado, lo que refuerza la viabilidad económica de la conversión.

Debe añadirse un aspecto estructural que rara vez aparece en la discusión pública: el régimen de subsidios al combustible en la Patagonia, concebido para evitar que los costos logísticos por camión —elevados por la distancia a los puertos de ingreso— se vuelvan prohibitivos. Una transición paulatina hacia gas natural permitiría reducir la dependencia de este esquema y, al mismo tiempo, mejorar la competitividad logística de Patagonia, Cuyo y el Noroeste, regiones donde el costo del flete constituye uno de los principales determinantes del precio final de bienes esenciales y del margen operativo de sus cadenas productivas.
La experiencia europea demuestra que el desarrollo de una red de estaciones de carga de GNL es condición necesaria para la adopción masiva. La coordinación público-privada y la armonización regulatoria, junto con incentivos fiscales y financiamiento blando para la reconversión de flotas, son medidas recomendadas para evitar el círculo vicioso de baja demanda y escasa infraestructura.
La relevancia de esta estrategia se incrementa al considerar el aporte gasífero del extremo sur del país. Tierra del Fuego contribuyó en 2024 con el 12,8% de la producción nacional de gas natural, generado principalmente por desarrollos offshore e inyectado al sistema mediante el Gasoducto San Martín. El proyecto Fénix ampliará esta oferta en el corto plazo, fortaleciendo la disponibilidad de gas para el sistema energético argentino.
En simultáneo, la Cuenca Austral se encuentra ante una posible transformación de escala mayor con el avance de Palermo Aike, formación que diversos análisis consideran una potencial “mini Vaca Muerta”. De confirmarse las estimaciones geológicas preliminares, el aumento en la disponibilidad de gas en la región sur podría consolidar una base de recursos suficiente para sustentar una sustitución sistemática del diésel importado tanto en el transporte de cargas como en sectores industriales de alta demanda energética.
Reducción de emisiones de CO₂ derivada del reemplazo por gas natural
El consumo de gasoil importado en 2024 generó aproximadamente 4,05 millones de toneladas de CO₂, tomando como referencia una emisión de 2,67 kg de CO₂ por litro. Una sustitución del 30 % de ese consumo permitiría desplazar 454,6 millones de litros de diésel, equivalentes a más de 1,21 millones de toneladas de CO₂.

Los fabricantes líderes del sector de transporte pesado han documentado el rendimiento ambiental de los camiones propulsados a gas natural. En el caso de Volvo Trucks, el uso de GNL o GNC permite alcanzar reducciones de hasta un 20% en emisiones de CO₂ en ciclo tank-to-wheel. Aplicado al volumen desplazado correspondiente al 30% del consumo actual, esto representa un ahorro de 242.800 toneladas de CO₂.
Se trata de un beneficio cuantificable desde la fase inicial de cualquier programa de sustitución, con impacto ambiental inmediato y sin modificar de manera radical la infraestructura logística ni los flujos de transporte existentes.
Los elementos técnicos y productivos convergen hacia una misma dirección: fortalecer la autonomía energética del país mediante el aprovechamiento de sus recursos gasíferos, mejorar la resiliencia logística ante shocks internacionales, reducir el gasto en divisas, descomprimir los subsidios al combustible y potenciar la competitividad de las economías regionales.
La ampliación de infraestructura, la diversificación de usos del gas natural y la adecuación paulatina de la flota de transporte constituyen piezas complementarias de una estrategia nacional orientada a disminuir la vulnerabilidad externa y optimizar los costos logísticos sobre el territorio. Argentina puede capitalizar su dotación de gas natural y su red de gasoductos para liderar la transición regional y, eventualmente, exportar know-how y tecnología hacia países vecinos.

(*) Economista y Master en Políticas de Desarrollo de la Korean Development Institute School.







