Aunque no es un especialista en análisis económico y reconoce que su opinión resulta polémica y minoritaria, Ricardo Torres está convencido de que la Argentina debería dolarizar su economía. “Luchar por la supervivencia del peso es un esfuerzo argentino que ya no tiene sentido”, manifestó el empresario durante su participación en el capítulo 19 de Dínamo – Charlas de Energía.
Es hora, desde su visión, de “hacer el luto” que implica no tener una moneda propia y dolarizar. “Trabajo hace 50 años. Terminé el secundario en 1974. Toda mi vida viví los vaivenes del peso frente al dólar. Es una lucha perdida. Hace tiempo que los argentinos requerimos 20.000 millones de dólares por año para ahorrar o viajar. Y si no hay, votamos a otro gobierno. Es insostenible”, argumentó el socio de Pampa Energía, uno de los principales holdings del sector energético del país.
Según sus palabras, la economía es una ciencia social. “Yo creo que hasta que vos no tengas tu sueldo en dólares, un banco no te va a prestar a 30 años para que compres tu casa. Estamos dejando un montón de bienestar social afuera”, aseveró.
Es verdad, analizó, que otros países lograron construir una moneda fuerte, pero eso no se consigue de un día para el otro. “A Chile, por ejemplo, le llevó 25 años. ¿Vos te imaginás a la Argentina con una línea de disciplina de construcción de moneda en ese plazo? Yo no. Entonces, ¿para qué seguir intentando?”, expresó.
Para el sector energético, apuntó, una dolarización sería “espectacular”. “Nosotros cobramos pesos sin importar que los precios de la energía están vinculados con el dólar. Con una economía dolarizada la discusión sería otra. En todo caso hablaríamos de cuán altos están los costos, no de la banda cambiaria”, postuló.

Problema educativo
Además de ser uno de los referentes de Pampa Energía, Torres se desempeña como presidente de la organización Argentinos por la Educación. Desde ese lugar, reveló que para entender en su real dimensión la problemática educativa que viene padeciendo la Argentina debe considerarse que en estos momentos sólo 10 de cada 100 chicos terminan el colegio secundario. “Sin contar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), ese número se reduce a ocho. Y en el nivel socioeconómico más bajo, son dos o tres”, enfatizó.
Hace 25 años, evocó, la Argentina era número uno en materia de educación a escala regional. “Hoy está en el puesto 12° con El Salvador. La decadencia es evidente. Y cuando uno mira a los vecinos se da cuenta de que han hecho cosas positivas que nosotros no”, reconoció.
Uno de los grandes desafíos a sortear, especificó, es que el país cambia de ministro de Educación cada dos años. “Los dirigentes sindicales están toda la vida, al igual que la línea permanente de la burocracia estatal”, comparó.
Para que no todo sea desesperanza, matizó, hay dos realidades del medio local que deben valorarse. “Por un lado, los chicos están todos en el colegio. Por otro, las mamás siguen creyendo que la única salida para sus hijos es la escuela. Ahí tenés una base para trabajar”, reivindicó.

Plan de alfabetización
De acuerdo con un informe que Argentinos por la Educación lanzó en 2023, precisó Torres, uno de cada dos chicos no entiende lo que lee, limitación que recién se descubre al final de la primaria. “Esa es la raíz de muchos de los problemas”, sentenció.
En función de ese dato, indicó, la entidad lanzó una campaña por la cual todos los candidatos a presidente, y casi todos los gobernadores, se comprometieron a asignar un presupuesto para tener a la alfabetización como prioridad. “Dos años después, las 24 jurisdicciones del país cuentan con un plan de alfabetización monitoreado por la sociedad civil. Para mí, eso es espectacular”, ponderó.
Tal como dijo Sarmiento, parafraseó, la educación es un servicio que demanda el que lo tiene”. “Sólo los que nos educamos sabemos la diferencia que hizo la educación en nuestras vidas”, aseguró.
Política de Estado
Existen muy pocos temas, según Torres, capaces de evadir la “grieta” ideológica que divide a los argentinos. Uno de ellos, subrayó, “es la educación”. “He tenido charlas con ministros de Educación y gobernadores de distinto signo político. Los problemas para los del Pro, los radicales, los libertarios, los K y los peronistas ortodoxos son exactamente los mismos: la capacitación docente, el presupuesto y la pérdida de escolaridad”, enumeró.
Para afrontar esas dificultades, resaltó, debe superarse el miedo a innovar y trabajar mucho. “Hay que constituir una burocracia bien preparada, estable y bien paga”, resumió.
Sería deseable, desde su óptica, replicar la estabilidad que viene permitiendo el desarrollo energético acelerado de la Cuenca Neuquina. “Vaca Muerta es el resultado de cinco o seis ministros de Energía diferentes y de tres gobiernos distintos. El primer Plan Gas que lanzó Axel Kicillof en 2013 fue continuado por Juan José Aranguren con algunos cambios, luego por Gustavo Lopetegui y así llegamos hasta hoy. Se sostuvo como una política de Estado”, calificó.
Punto de equilibrio
Un caso opuesto, prosiguió Torres, está dado por la política de subsidios energéticos instrumentada por los distintos gobiernos de los últimos 25 años. “Hoy no sabemos cómo asignarlos. En el año de la Inteligencia Artificial (IA), no sabemos a quién subsidiar”, cuestionó.
Resulta evidente, acotó, que la discusión política sobre subsidios y tarifas todavía no está totalmente zanjada. “El Régimen de Zona Fría llega hasta Córdoba. La mitad del país recibe subsidios y no somos Canadá”, criticó el experto, para quien el kirchnerismo creyó que el error de esa política tenía un alcance económico limitado, por lo que prefirió sostenerla.
Lo que falta, afirmó, es un diálogo encolumnado bajo un mismo proyecto de país. “Sueño con algo que sea un poco de desarrollismo peronista, un poco de disciplina macroeconómica de derecha. Miremos los resultados y opinemos sin agrietar todo. Tiene que haber un lugar común que nos permita transitar 15 años de un mismo camino. Pasar del discurso a la realidad lleva tiempo”, planteó.
