El gobierno de Javier Milei sacó esta semana un nuevo conejo de la galera. Cuando la corrida cambiaria lo había puesto contra las cuerdas, Estados Unidos anunció el lunes un plan de rescate financiero que despejó el fantasma del default. “El resultado de las negociaciones con el Tesoro estadounidense da al gobierno un respiro para calmar a los mercados hasta las elecciones. Sin embargo, no modifica la inconsistencia fundamental del programa económico, que consiste en una escasez crónica de divisas”, advirtió Horizon Engage, la consultora de riesgo político con sede en Nueva York que asesora a petroleras y mineras interesadas en invertir en Argentina. De ese modo, dejó en claro que el problema de fondo continúa.

El flujo de divisas
No es la primera vez que la administración libertaria enfrenta dificultades en el frente cambiario y tampoco es la primera vez que sorprende con algún anuncio que le termina dando aire a partir del ingreso de dólares. El blanqueo de capitales, la reducción temporal de retenciones y el acuerdo con el FMI fueron tres hitos dentro de esa serie a la que ahora se agregó el respaldo financiero de Donald Trump. En los tres casos anteriores, el gobierno ganó tiempo, pero no lo aprovechó para tomar ninguna medida destinada a cambiar la tendencia del flujo de divisas.
Pareciera que solo apuesta a que la reinstauración de la confianza baje el riesgo país para volver al mercado de capitales y financiar así parte de los vencimientos de la deuda. El problema es que las causas estructurales que generaron la desconfianza inicial no desaparecen. Como parte de su política antiinflacionaria, el gobierno de Milei sostiene un tipo de cambio que está por debajo del precio de equilibrio y eso lleva a que los dólares que demanda la economía sean cada vez más en comparación con los que genera.
A ese escenario, ya de por si complejo, en los últimos meses le sumó un creciente aislamiento político, certificado por las aplastantes derrotas en el Congreso, y una paliza electoral en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, nada pareció conmover al oficialismo. “No se retrocede ni un milímetro en la política del Gobierno, no solo se ratifica el rumbo, sino que se profundiza y se acelera un poco más. No estamos dispuestos a entregar nuestro modelo que sacó a 12 millones de la pobreza”, aseguró Milei el 7 de septiembre por la noche cuando puso la cara luego de la derrota en la elección bonaerense.
Lo que se espera
“En términos económicos, una devaluación del peso —es decir, la eliminación de las bandas de flotación actuales— parece inevitable para que el Banco Central comience a acumular reservas, como exige el acuerdo con el FMI, y eventualmente el gobierno levante los controles de capitales para los inversores extranjeros”, subrayó Horizon Engage, firma que cubre más de 60 países y tiene una cartera de clientes que incluye a las principales empresas mundiales que explotan recursos naturales. También destacó que hace falta “un giro político radical después de octubre para fortalecer los lazos con líderes y gobernadores afines”.
La lectura es clara: si no se le pone un corte a la sangría de divisas y no se recompone la gobernabilidad los problemas seguirán. Nadie espera que se tomen medidas de fondo en medio de la campaña electoral, pero la expectativa es que haya un cambio a partir del lunes 27 de octubre. Si eso no ocurre, no habrá conejo en la galera que le permita al gobierno salir de la crisis y la mayoría de los inversores extranjeros seguirán esperando un mejor momento para apostar por Argentina.