
Los récords históricos de producción hidrocarburífera, en un contexto de compleja interacción política y legislativa, invitan a preguntarse si el sector energético puede por sí solo rescatar la economía nacional o si su éxito está estrictamente encadenado a una normalización macroeconómica que aún se percibe en proceso. La cuestión fue analizada por Juan José Aranguren, ex ministro de Energía; Gustavo Lopetegui, ex secretario de Energía; y Javier Rodríguez Galli, abogado especialista en Oil & Gas del Estudio Bruchou & Funes de Rioja en el cierre de la segunda temporada de Dínamo – Charlas de Energía.
Lo primero que puede decirse de 2025, de acuerdo con Aranguren, es que desde un punto de vista energético dejó saldos positivos que “nadie esperaba un año antes”. “Se batieron dos marcas mensuales históricas: una producción de 859.000 barriles diarios de petróleo y un promedio de 157 millones de metros cúbicos (m3) de gas por día”, precisó. A su entender, estos logros se complementan con hitos comerciales inéditos, como la firma de contratos privados a siete años para la provisión de gas natural licuado (GNL) con una empresa alemana y acuerdos con la chilena ENAP para cubrir el 35% de su demanda.

En cuanto a la caída del valor internacional del crudo por debajo de los 60 dólares, sostuvo que «la mejor respuesta a los precios bajos son los precios bajos». En un mercado privado, explicó, el riesgo lo asumen las empresas. “Así, la oferta ajusta automáticamente hasta encontrar un nuevo equilibrio”, señaló.
Señales de confianza
Más allá de compartir el optimismo, Lopetegui introdujo una dosis de cautela técnica al poner el foco en el ritmo de crecimiento. En ese sentido, expuso que Vaca Muerta viene creciendo por encima del 20% anual, una tasa que genera tensiones logísticas y financieras «traumáticas» que los balances de las empresas deben ser capaces de soportar. “Aunque el mercado de capitales a nivel mundial es infinitamente profundo, la limitación real reside en la relación entre el patrimonio neto y el endeudamiento de las compañías argentinas”, advirtió.
No obstante, reconoció, se vislumbran señales de confianza de largo plazo, como la licitación de capacidad de transporte por 50 años de Pluspetrol y el proyecto de Profertil, que implica una inversión de US$2.000 millones para sustituir importaciones de fertilizantes.
A su turno, Rodríguez Galli analizó la ejecución de la infraestructura, señalando que proyectos que antes se consideraban «faraónicos» hoy están construidos al 50 por ciento. Asimismo, calificó como un «test ácido» el cierre del primer project finance en la Argentina después de 25 años para el oleoducto Vaca Muerta Oil Sur (VMOS), por un monto de US$2.100 millones. “Se garantizó el repago a través de contratos de exportación y cuentas en el exterior, lo que demuestra que si tenés las herramientas jurídicas y regulatorias, el mercado te presta«, aseguró.

Búsqueda de competitividad
Un momento de intensa interacción entre los panelistas surgió al discutir la ampliación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) al sector de exploración y producción (Upstream). Rodríguez Galli defendió la medida como un paso «estructural», argumentando que “el desarrollo del segmento no convencional requiere inversiones masivas en plantas de tratamiento, separación y oleoductos de captación que son de largo plazo, y no se limitan a perforar pozos”. Aranguren coincidió fervientemente, afirmando que el RIGI «adelanta el futuro» al bajar la carga impositiva y asegurar la disponibilidad de divisas, algo vital para que el inversor tome la decisión de qué hacer con su producido.
Lopetegui, sin embargo, planteó una disidencia conceptual marcada al advertir sobre el «agravio comparativo» que genera el RIGI para los sectores que no lo tienen. «Para mi fábrica de quesos no tengo RIGI porque es chica«, graficó el ex funcionario público, sosteniendo que el objetivo del Estado debe ser establecer reglas estables para el 100% de la economía en lugar de promover sectores mediante regímenes de excepción. Consultado sobre la posibilidad de recrear mesas de competitividad para proveedores, Lopetegui confesó que ese término le genera «urticaria», prefiriendo que el mercado coordine la cadena de valor. Aranguren reforzó esta idea, señalando que “el Estado muchas veces torpedea la iniciativa privada”, como ocurre con la falta de actualización de impuestos a los combustibles que frena la competitividad del gas natural comprimido (GNC).

Lección aprendida
Al abordar la coyuntura política, Lopetegui recordó de forma vívida lo «traumática» que fue la experiencia de gobierno en 2018 y 2019. “El actual equipo económico aprendió la lección aplicando la estrategia inversa: en lugar de un shock de liberación cambiaria con gradualismo fiscal, han optado por un shock fiscal abrupto (bajando el 30% del gasto primario en un mes) y un gradualismo monetario para no depender de subidas bruscas del dólar”, ponderó. Este enfoque, acotó, “ha permitido llegar a un diciembre atípicamente tranquilo”.
En este contexto de reformas, Aranguren celebró el nuevo sendero tarifario en materia de electricidad y gas, buscando reducir subsidios gradualmente a partir de enero. “El próximo invierno será el último con importaciones significativas de GNL gracias a la finalización de gasoductos clave”, anticipó el experto, quien subrayó que la caída de la inflación permite manejar las variables energéticas de forma «profesional», evitando el descalce entre inversiones en dólares y recaudación en pesos.
La encrucijada minera
La agenda legislativa para 2026 ocupó un lugar central en el debate, con Aranguren cuestionando la brecha minera con los países vecinos: «¿Por qué nosotros exportamos US$5.400 millones y Chile, u$s 57.000 millones?«, comparó. Desde su óptica, este retraso se vincula con la incertidumbre del «área periglaciar» establecida en la Ley de Glaciares, que ha mantenido proyectos mundiales de cobre en un «limbo legal”. “Hay que devolver la responsabilidad a las provincias para que los estudios de impacto ambiental definan si se afecta una reserva hídrica estratégica, permitiendo la actividad si no hay daño hídrico real”, sugirió.
Rodríguez Galli complementó esta visión planteando que “la incertidumbre regulatoria en minería es mayor que en hidrocarburos”, donde las reglas son «bien claras» para los inversores extranjeros. Ante ello, Aranguren insistió en la urgencia de dinamizar el cobre, dado que la demanda de la humanidad se multiplicará por seis hacia 2050 debido a que la electricidad duplicará su peso como carrier de energía global.
Nuevos operadores
Acerca de la relación entre la Nación y las provincias, Rodríguez Galli advirtió sobre la necesidad de no «desordenar» el marco regulatorio. En esa dirección, cuestionó que la modificación de la Ley Bases haya habilitado que las regalías subieran del 12% al 15% para nuevas concesiones, lo cual introduce “una complejidad adicional al explicar el sistema jurídico a inversores internacionales”.
Aranguren coincidió en que el crecimiento de Neuquén atrae tensiones por la captura de renta petrolera, pero enfatizó que la infraestructura urbana en lugares como Añelo siempre corre por detrás del desarrollo productivo.
En este escenario, Rodríguez Galli destacó como un hito la llegada de Continental Resources, el primer operador puro de shale de Estados Unidos en ingresar a Vaca Muerta. Para el especialista, esta llegada es una señal de madurez del ecosistema, al igual que la posible aparición en 2026 de compañías de Midstream con fondos estadounidenses. “Esto permitirá a las operadoras enfocarse exclusivamente en la inversión en pozos”, estimó.
Idea peligrosa
Hacia el final de la charla, surgió la discrepancia más marcada de la jornada. Lopetegui cerró con una advertencia sobre lo que llamó una «idea peligrosa»: creer que Vaca Muerta salvará a la Argentina por sí sola. En efecto, recordó que el sector representa apenas el 4% del Producto Bruto Interno (PBI) y avisó que “el bienestar de los ciudadanos dependerá, en última instancia, de reglas macroeconómicas correctas y estables para el resto de la economía”.
Inmediatamente, Aranguren intervino para plantear lo contrario: «Vaca Muerta está salvando a la Argentina«. A su criterio, sin este desarrollo, el país no contaría hoy con el 70% de su producción de hidrocarburos.
Para cerrar, Rodríguez Galli aportó una mirada optimista hacia 2026, condicionada a que “se mantenga la disciplina macroeconómica y el orden regulatorio que permitió recuperar la confianza del mercado internacional”. Quedó planteado, de ese modo, que aunque el recurso geológico es extraordinario, su éxito definitivo sigue atado a la capacidad de la política para estabilizar el entorno económico general.
