El director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía (IEA), Fatih Birol, y el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, analizaron los desafíos que la transformación energética supone para los distintos países y sus contextos, además de la potencialidad del desarrollo de la energía nuclear como facilitador del camino hacia la meta de carbono-cero en 2050. Los directivos disertaron ayer en la Reunión Anual del Consejo Internacional de Academias de Ingeniería y Ciencias Tecnológicas (CAETS) 2021, esta vez, con sede en Argentina.
“Más del 80% de las emisiones de C02 provienen del sector energético y los gobiernos de los distintos países se comprometen a llevar la emisión a 0 para el año 2050, lo que sin duda constituye un anuncio político importante”, señaló Fatih Birol, y agregó: “No obstante, el año pasado consulté a un equipo multidisciplinario integrado por estadísticos, ingenieros y políticos: ¿qué debe suceder en el sector de la energía a nivel mundial para cumplir los objetivos de descarbonización previstos? ¿Cuáles son los pasos concretos a seguir?”
Esos interrogantes impulsaron al titular de la Agencia Internacional de Energía y su equipo, a elaborar una hoja de ruta que registre lo que ocurre en los mercados energéticos globales para tomar decisiones sólidas. Del documento se desprenden los siguientes objetivos:
- Aprovechar las opciones de energía limpia (solar, eólica, hidroeléctrica, nuclear) y apostar a los vehículos eléctricos que permitirán incrementar la eficiencia energética. Con todo, aun es necesario promover la ampliación masiva de las alternativas de energías limpias existentes.
- Lograr que las aplicaciones tecnológicas de pequeña escala, como la captura y el almacenamiento de carbono y el desarrollo del hidrógeno, crezcan y formen parte del mercado.
- Reducir el consumo de carbón, petróleo y gas de aquí al 2050.
- Fortalecer la colaboración internacional en tanto propiciará resultados exitosos y permitiría el desarrollo de nuevas tecnologías más limpias y económicas.
«Sólo una pequeña parte del dinero de las inversiones en energía limpia se destina a los países en desarrollo. Sin embargo, en Yakarta, en Buenos Aires o en París, el problema de las emisiones de gases contaminantes provoca los mismos efectos.”, manifestó Birol, y concluyó: “Hay que canalizar las inversiones desde un punto de vista racional y es una responsabilidad moral de las economías desarrolladas proporcionar apoyo financiero a los países emergentes. Quedan pocas semanas para el Cook 26 en Glasgow y queremos brindar señales inequívocas a los inversores del mundo. Debemos decir que los países estamos unidos y que decidimos que el futuro de la energía será limpio. Hay mucho trabajo por hacer, pero soy optimista”.
La energía nuclear en el proceso de descarbonización
La Agencia Internacional de Energía Atómica trabaja con la biblioteca de datos globales más completa y actualizada del mundo. De allí se desprende que, a pesar de que cada vez más personas tienen acceso a la electricidad, casi 800 millones de personas todavía no lo tienen. De igual modo, la dependencia global sobre los combustibles fósiles se ha mantenido prácticamente sin cambios desde 1980.
Al respecto, Rafael Grossi expuso su punto de vista en el evento organizado por la Academia Nacional de Ingeniería de Argentina: “Si como está previsto, nuestras necesidades energéticas aumentan un 40% para 2050, esto significa que estamos trabajando contra reloj. Para disminuir las emisiones, los países están buscando reducir su dependencia del carbón y el uso de energía eólica y solar está creciendo”. “Se trata de reemplazar el petróleo y el gas que proporcionan una gran estabilidad y flexibilidad cuando cambia la demanda y cuando el sol no brilla y el viento no sopla”, agregó el titular de IAEA.
Durante la jornada, el especialista hizo especial hincapié en las ventajas del desarrollo de la energía nuclear para acelerar el proceso de transición energética. “Todos los días somos testigos de los avances globales que posibilita la adopción de energía nuclear y creemos que debe ponerse en pie de igualdad con otras tecnologías de energía limpia”, remarcó Grossi.
En la última década, la capacidad de energía nuclear ha aumentado gradualmente. En la actualidad existen 443 reactores nucleares que operan en 32 países y producen casi un tercio de las emisiones bajas en carbono del mundo.
“Es cierto que un puñado de países de Europa occidental se enfrenta al desarrollo nuclear”, dijo Grossi, y añadió: “Cada país tiene el derecho soberano de elegir su combinación energética, pero centrarse demasiado en una subregión puede silenciar la visión general. Incluso en Europa, la mitad de los países todavía operan plantas de energía nuclear y ocho están construyendo más o, al menos, lo están considerando seriamente”.
En palabras del ejecutivo, “la energía nucleoeléctrica seguirá desempeñando un papel clave en la combinación de energía baja en carbono del mundo. Rusia, China, India, Estados Unidos y otros países se encuentran en distintas etapas de operación y desarrollo de reactores rápidos de nueva generación. Los reactores nucleares pueden extraer hasta 70 veces la energía del uranio. En Argentina, el CAREM es un buen ejemplo de prototipo”.
“Si entendemos que los reactores modulares pueden servir mejor a las necesidades de los países en desarrollo, y si se utilizan para aplicaciones no eléctricas como por ejemplo la producción de hidrógeno, podríamos llegar a descarbonizar sectores difíciles como el transporte y la industria”.
Para alcanzar estos objetivos, es preciso construir una plataforma global para compartir información, coordinar proyectos de investigación y publicar documentos técnicos. La energía nuclear no está en contra de la energía solar y eólica. Al contrario, es mucho lo que podemos aprender unos de otros”, concluyó Rossi.