La reducción de las emisiones de carbono ha logrado colocarse como un objetivo prioritario en la agenda internacional. En el año 2015 se firmó el Acuerdo de París para coordinar los esfuerzos globales con 196 países adherentes, con el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 °C con respecto a niveles preindustriales. La Argentina asumió compromisos significativos de reducción de emisiones mediante de contribuciones a nivel nacional a partir de determinadas acciones de mitigación.
El cambio reciente en la Administración de los Estados Unidos significa volver a colocar esta cuestión como prioritaria, y ya se han anunciado iniciativas relevantes al respecto. Además, los organismos financieros internacionales más importantes han focalizado sus políticas de crédito hacia las nuevas fuentes de energía, con el objetivo de inducir proyectos que ayuden a la reducción de emisiones de carbono.
La Argentina se encuentra en una posición en la que puede adaptarse a la tendencia internacional sin renunciar ni reducir el desarrollo de sus recursos y reservas de hidrocarburos.
El gas natural puede colaborar hacia la transición en materia energética,
pues genera emisiones mucho menores a otras fuentes de energía como
el carbón y puede contribuir a la reducción de emisiones en áreas como el transporte público.
El gas natural puede colaborar hacia la transición en materia energética, pues genera emisiones mucho menores a otras fuentes de energía como el carbón, y puede contribuir a la reducción de emisiones en áreas como el transporte público.
En la Argentina, el gas natural representa más del 50% de la matriz energética, y a partir del desarrollo de Vaca Muerta, que cuenta con recursos no convencionales mundialmente reconocidos en cuanto a su magnitud y calidad, el país tiene una oportunidad de cambio de paradigma para convertirse en un exportador de gas natural y GNL.
Oportunidad finita
Sin embargo, esta ventana de oportunidad no es infinita y debe aprovecharse en forma inmediata, pues en las próximas décadas es previsible que el mundo continúe avanzando hacia otras fuentes
de energía sin carbono.
Paralelamente, la Argentina demostró un avance importante en la diversificación de su porfolio energético hacia las energías de fuente renovable a través del Programa RenovAr. A partir de 2016
se licitó un gran número de contratos de suministro eléctrico asociados a la construcción de plantas de generación eólica, solar fotovoltaica y biomasa que en la actualidad representan una capacidad de generación que cubre más del 12%de la demanda nacional.
Desafortunadamente, la consolidación y profundización de este programa se malogró a causa de la inestabilidad cambiaria que comenzó en el año 2018, y el cambio de reglas de juego y el agravamiento de la situación macroeconómica desde el año 2020 hasta la fecha.
El aprovechamiento del aprendizaje en esta materia depende en buena medida de la superación de las circunstancias mencionadas y el convencimiento de la necesidad de adoptar políticas de Estado de largo plazo que permitan el planeamiento empresario con independencia de la alternancia política en el gobierno propias de cualquier sistema democrático.
Litio
Afortunadamente, se presentan nuevas oportunidades para el país en otras áreas. La Argentina se encuentra también en el denominado «triángulo de litio» que comparte con Bolivia y Chile, donde están localizadas más del 67% de las reservas probadas mundiales; cuenta con reservas de litio que lo colocan en el segundo lugar a nivel global por su magnitud y es el tercer productor mundial.
La demanda internacional de litio ha crecido exponencialmente en la última década por su empleo en baterías para múltiples usos, desde teléfonos celulares hasta vehículos eléctricos e instalaciones de almacenamiento. Esta tendencia ha conducido a que grandes compañías como Tesla, Panasonic y Ganfeng Lithium estén focalizadas en la búsqueda de reservas de litio de magnitud a precios competitivos.
Hidrógeno
Por otra parte, el denominado hidrógeno «verde» producido a partir del proceso de electrólisis que no genera emisiones de carbono empieza a transitar por un gran «momentum» a nivel internacional, con proyectos –aún en evaluación– de gran envergadura, impulsados por jugadores de primer nivel, como el Asian Renewable Energy Hub en Pilbara, Australia. Este país cuenta con otros cuatro proyectos, y Holanda, Alemania, China, Arabia Saudita y Chile también están avanzando con proyectos importantes. Se estima que la generación de hidrógeno «verde» permitirá reducir las emisiones de carbono en procesos industriales y proporcionar combustible para automóviles, camiones, autobuses y buques, entre otras muchas aplicaciones.
Algunos países desarrollados, incluyendo Alemania, Japón y China, han aprobado marcos regulatorios para estimular el desarrollo del hidrógeno verde a gran escala. La Argentina aprobó en 2006 la Ley 26.123, que crea un régimen de promoción, pero esta no ha sido reglamentada y falta su implementación específica, que incluye la demora en el diseño de un Plan Nacional de Hidrógeno que prevé la ley.
No obstante, la Argentina cuenta con algunos desarrollos pioneros de la tecnología, como el de Hychico en Chubut. También YPF y el CONICET están desarrollando iniciativas en este terreno. Asimismo, Buquebus anunció que se encuentra en una etapa de estudios para integrar el hidrógeno a través de un proceso de «blending» con gas natural o pilas de hidrógeno para la propulsión de los motores de sus embarcaciones.
Sinergía renovable
Además, la generación de hidrógeno «verde» requiere un suministro eléctrico intensivo que brinda la oportunidad de cubrir esa necesidad con generación de energías renovables de fuente eólica o solar, y así intensificar el uso de energías sin emisiones de carbono.
El desarrollo de estas fuentes de nuevas energías tiene un elemento común: la necesidad de gigantescas inversiones cuya recuperación depende de proyectos sustentables en el largo plazo.
Para que sean viables en la Argentina, al igual que el desarrollo masivo de Vaca Muerta, nuestro país debe recuperar la normalidad macroeconómica y políticas económicas sustentables con reglas de juego claras, previsibles y estables, incluyendo niveles reducidos de inflación y una moneda confiable.
Aspectos regulatorios
En el aspecto regulatorio, además de los incentivos fiscales, para el desarrollo de estos proyectos es indispensable la creación de un marco legal que garantice estabilidad tributaria, la eliminación de las restricciones cambiarias, de las retenciones a las exportaciones y las limitaciones a la exportación, a través de acuerdos de inversión que otorguen a los inversores una base legal y contractual confiable y estable que permita financiar y viabilizar dichos proyectos.
En los grandes proyectos internacionales se garantiza el acceso a un foro neutral para resolver las eventuales disputas. La manera de dar seguridad jurídica a los inversores es someter al arbitraje internacional administrado por alguna de las varias instituciones arbitrales especializadas las posibles divergencias que puedan surgir de los acuerdos de inversión. Ello es ineludible si se desea competir a nivel internacional.
La Argentina aún está a tiempo de aprovechar estas nuevas tendencias. Las oportunidades son múltiples, pero dependen de que la clase política comprenda que el país y quienes vivimos en él tenemos mucho más que ganar con el consenso de acordar políticas de largo plazo; asimismo, aprendiendo de las experiencias de otros países en desarrollo que permitan construir plataformas de desarrollo estables y previsibles que den seguridades de su continuidad más allá de la alternancia de los diferentes partidos en el gobierno. ×
(*) Socio MHR Abogados