Por Juan Manuel Compte
Hay olor a pintura fresca. Polvo, en la carpeta que cubre el piso, todavía sin alfombrar. Las paredes –alguna, recién levantada– están peladas, blancas, impolutas. El ventanal, con vista panorámica privilegiada del CCK, primero, y la Casa Rosada, hacia atrás, conserva, eso sí, los detalles dorados que tanto adoraba su más famosa dueña y que sus herederos pujaron –pujan– por conservar. Es el piso 19 de la torre Fortabat y José Alfredo Martínez de Hoz muestra las obras de la que será la sede del flamante Martínez de Hoz & Rueda. Recorre el espacio en el que estará su oficina. El mismo en el que supo estar la de la propia Amalia Lacroze de Fortabat.
Martínez de Hoz ya no usa la hache con la que solía rubricar su célebre apellido. La cedió a su hijo, que trabaja con él y, ahora, cambió esa letra por la ene
–de nieto– que hasta ahora lo identificaba. Como si fuera un legado familiar, que se pasa de generación en generación. Es que, para la inmensa mayoría, ese nombre remite a su famoso padre, personaje emblemático del momento histórico que, como ministro de Economía de Jorge Rafael Videla, le tocó protagonizar.
Sin embargo, en la industria energética, la mención de «José Alfredo Martínez de Hoz» remite a él. Invariablemente. Recibido en la Universidad Católica (1980), con un máster en Derecho Comparado en la Escuela de Leyes de la Universidad de Illinois (1982), es uno de los abogados referentes para las empresas del sector. Sólo en el último año, preparó los contratos entre Total, YPF, Pan American Energy y Wintershall para desarrollar gas en Vaca Muerta, una inversión de u$s 1.150 millones hasta 2021. Venía de cerrar Bandurria Sur, el deal de shale oil entre la petrolera estatal y Schlumberger (u$s 390 millones). Asesora a la Corporación Financiera Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Interamericana de Inversiones en el Project Fiance para los proyectos eólicos La Castellana (Bahía Blanca) y Achiras (Córdoba), cuyo sponsor es Central Puerto. También intervino en el arbitraje en el que la Cámara Internacional de Comercio condenó a YPF a indemnizar con u$s 500 millones a AES Uruguaiana Emprendimientos y Transportadora de Gas del Mercosur (2016), y obtuvo, para Exxon Mobil, un laudo a favor en el Ciadi, el tribunal del Banco Mundial, por u$s 200 millones (más intereses). Representó a GeoPark en un proyecto conjunto con PetroPerú y a WPX Energy, en el acuerdo de fusión y venta de Apco y Pluspetrol (u$s 294 millones). Participó en la venta de Apache a YPF (u$s 800 millones, en 2015). También, en el proyecto inicial de explotación de shale de la petrolera de control estatal con Dow (u$s 120 millones).
Su pluma se vio en la venta de Ultrapetrol a Southern Cross. Le dio letra a Edesur en los reclamos derivados del apagón de diciembre de 2013. Y San Antonio Resources lo contrató para vender sus filiales en Ecuador y Perú. Eso, al margen de ser uno de los engranajes clave de la maquinaria legal que montó Chevron para evitar la ejecución en la Argentina del embargo por la sentencia por contaminación ambiental que hay en su contra en Ecuador.
Eso, sólo por mencionar –apenas– los casos más relevantes en los que Martínez de Hoz y su equipo trabajaron en los últimos tres años.
Y «equipo», tal vez, sea la palabra clave. «Los clientes te siguen porque tenés un team», afirma.
Explicación del porqué. En febrero, con 60 años cumplidos en septiembre, Martínez de Hoz se lanzó a la aventura de volver a empezar. Su salida de Pérez Alati, Grondona, Benites, Arntsen & Martínez de Hoz –«Pagbam», como se llamaba a la firma en la City– significó mucho más que quitarle la última letra a la sigla. Energía, históricamente, había sido una de las prácticas más reconocidas del estudio y, asunto no menor, uno de sus principales motores de facturación. Fue una decisión dura. No fácil. Le significó, en lo personal, dejar la firma que co-fundó hace más de 25 años. También disolvió el vínculo con sus –ahora– ex socios, un lazo gestado hace 40 años, cuando hicieron sus primeras armas en el extinto Klein & Mairal.
Pero, así como fue difícil, la partida resultó necesaria. «Teníamos dos visiones y proyectos distintos de estudios», refiere. El punto de discrepancia: cómo se encaraba la transición generacional, en particular, entre los fundadores y los socios o asociados jerarquizados que no percibían que la firma ya les diera oportunidades atractivas de crecimiento, ni de participación en decisiones clave para el futuro de la organización. «Llegó un punto en el que la opción era la diáspora», admite.
Esto perjudicaba, directamente, a uno de los principales activos de un estudio jurídico corporativo: la empatía con los clientes. «En las empresas, los gerentes hoy ya tienen la edad de ellos», devela el secreto de ese divino tesoro. Por eso, al haber convencido al 100% de su equipo para que se subiera a la travesía, también lo acompañaron las empresas con las que trabajaban. «El mensaje fue: ‘business as usual’. Preguntaban: ‘¿Sigue fulano?’. ‘Sigue’. Lo mismo con sus asuntos. Les dijimos: ‘Mañana todo sigue igual’. Sólo cambiaban la dirección física, el mail y la razón social a la cual facturar», describe.
Su name partner es Pablo Rueda, que trabaja desde hace 17 años a su lado. En total, migraron de Suipacha 1111 a Bouchard 680 32 abogados, a los que se sumarán tres incorporaciones ya confirmadas. En el divorcio, MHR se quedó con la oficina que Pagbam había abierto en Neuquén. Por supuesto, también con su gestor, Tomás Lannardone, el hombre «en el campo» de esa operación. No es una metáfora. «Para brindar buen servicio, hay que estar allá. Y, en Neuquén, se necesita de todo: hacer contratos, pero también abogados administrativistas y, sobre todo, laboralistas», describe la relevancia de estar en el territorio. «Tenemos la visión puesta en Vaca Muerta, a mediano y largo plazo. El país ya hizo una apuesta por el yacimiento. Todos los grandes jugadores del mundo ya están acá», refiere Martínez de Hoz.
El estudio, aclara, no es una boutique de energía. «Haremos M&A, impuestos, corporate, project finance y laboral», menciona. Sin embargo, reconoce la fortaleza que le da su expertise, su práctica más fuerte y reconocida en el mercado. Todavía tiene arbitrajes internacionales y pleitos pendientes de la década en la que la industria energética fue reparto de pérdidas. Sin ir más lejos, en marzo, estuvo un par de semanas en Washington, por un caso todavía en curso en el Ciadi. Pero Martínez de Hoz mira a futuro. Y, al respecto, en el sector, cambió diametralmente la naturaleza del trabajo jurídico. «Ahora es una tarea mucho más transaccional», celebra. ×
Conozco a los socios fundadores.Con M de Hoz trabajé muchos años.Excelente profesional,mejor amigo.No me cabe duda del éxito del nuevo Estudio.El país necesita profesionales como él y sus socios y colaboradores.